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P. LAMADRID
Jueves, 11 de agosto 2016, 06:48
Dedicó su vida a luchar por el bien común y el respeto a las libertades. Ese espíritu combativo y solidario de Celestina Marrón Llaneza fue recordado ayer por sus familiares y amigos en el tanatorio de Cabueñes, donde despidieron a la histórica sindicalista, que falleció el pasado martes, en Gijón, a los 90 años. Al acto acudieron numerosos compañeros de Comisiones Obreras, organización a la que estuvo ligada durante décadas. Entre ellos, se encontraba el secretario general del sindicato en Asturias, Antonio Pino, que calificó a Celestina -más conocida como Tina Marrón- como «un ejemplo a seguir, una mujer que luchó incansablemente por la libertad, la justicia y la democracia».
La sindicalista nació en Lada (Langreo) el 29 de junio de 1926 y se separó de su marido cuando tenía 27 años, tras siete de matrimonio. Celestina tuvo que hacerse cargo entonces de sus dos hijos, que contaban cinco y seis años. Para colmo de males, uno de ellos estaba enfermo. Para poder sacar su casa y sus hijos adelante desempeñó todo tipo de trabajos: hizo y vendió cupones y trabajó en la escombrera, labor que compatibilizaba con la confección de bordados por encargo, hasta que, en 1966, entró a trabajar en los comedores de los mineros del pozo Candín, hasta su jubilación, en 1991.
Tina Marrón desempeñó un papel clave en las manifestaciones del 62 en contra de aquellos que no secundaban la huelga minera. Otro aspecto fundamental de su labor política fue su trabajo como corresponsal para Radio España Independiente bajo el seudónimo de 'Amapola asturiana de pura cepa'. Asimismo, formó parte del aparato de propaganda clandestina del Partido Comunista en España (PCE).
Distinción
Como reconocimiento a esta dedicación, el Gobierno central le concedió la Medalla de Plata al Mérito en el Trabajo, en 2009. «No me lo esperaba porque hay mucha gente que hizo lo mismo que yo y se lo merece también», declaró tras conocer la noticia. Sus primeros pensamientos entonces estuvieron dirigidos a su padre y hermano, «que fueron fusilados en Pando (La Felguera) tras la Guerra Civil».
Cuando recogió la medalla, Tina Marrón tuvo muy presente al género femenino en su dedicatoria, que hizo extensiva «a todas las mujeres trabajadoras que sufren doblemente la explotación», así como a todas las compañeras que estuvieron a su lado en su lucha. Otras figuras relevantes del sindicatos arroparon ayer a su hija, Nori Álvarez, y a sus dos nietos, Ernesto y Sonia, en la emotiva despedida de una mujer, ante todo, luchadora.
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