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PABLO SUÁREZ
Lunes, 11 de julio 2016, 01:35
Un altruista que ha dedicado gran parte de su vida a los animales. Ese es Xuan Fernández. Un verdadero apasionado de las aves que se pasa el día recorriendo Gijón para recoger aves perdidas o dañadas. A él es también a quien recurren los bomberos de Gijón cuando, en sus intervenciones, se encuentran con cualquier tipo de ave. Fernández se las lleva a una finca de su propiedad, donde las cura y rehabilita para, posteriormente, dejarlas en libertad. Es habitual que se haga cargo de una media de seis animales al día. Y todo lo hace con recursos propios. Sin ningún tipo de ayuda más que la colaboración de Pescados Sanz, que dona una buena cantidad de comida para los animales durante el tiempo que éstos están al cuidado de este ornitólogo, reconocido en el colectivo ecologista y con varios trabajos publicados.
Xuan Fernández, natural de Lugones aunque gijonés de adopción, conoce y habla con pasión de infinidad de especies pero, sin lugar a dudas, su favorita y a la que más tiempo dedica es a la gaviota. «Mi cariño por este animal viene dado por lo inteligente y lo duro que es, además de por su belleza y comportamiento», afirma.
Sabe que su amor por estas aves no es compartido por buena parte de la población, que hoy en día está mal vista y hasta perseguida. Pero señala que las gaviotas no siempre tuvieron tan mal cartel y que en su día fueron valoradas y cuidadas. «Hace solamente treinta años, eran la pieza fundamental de la pesquería en este país. Entonces no había sónares, ni los pesqueros contaban con las tecnologías de ahora, y las aves eran las encargadas no solo de indicar al pescador dónde estaba el pescado, sino que también cumplían una función de limpieza en el puerto», explica Xuan Fernández. Tres décadas después, las gaviotas se han convertido en un problema para muchos ayuntamientos, como el de Gijón, que lleva años contratando a una empresa para eliminarlas con halcones, con el objetivo de reducir así su población.
Fernández no entiende estas medidas. A su juicio, los causante de la situación actual no son otros que los humanos. «Las gaviotas en un principio estaban muy alejadas de las ciudades, pero fueron las personas las que las atrajeron hacia los centros urbanos dándoles de comer y alterando su habitual recorrido», manifiesta. Para él, la etiqueta de 'especie invasora' recaería más sobre el ser humano que sobre las propias gaviotas. Unas aves que, defiende el ornitólogo, «no son peligrosas ni violentas». Su relación con ellas es tan estrecha que, incluso, «algunas de ellas llegan a reconocerme. Son muy listas y nobles», señala.
Sin la labor de Xuan Fernández, probablemente la situación de las gaviotas sería mucho más complicada. Salva a un buen número de ejemplares todas las semanas, que son soltados una vez que están curados y a los que realiza un seguimiento a través de unas anillas de plástico que les coloca en las patas.
«Arriesgamos la vida»
Porque ese es otro de los proyectos que lleva a cabo Xuan Fernández, con la ayuda de sus colegas César Álvarez y Solino Pérez. Cada cierto tiempo, los tres se echan a la mar y «arriesgamos la vida entre los acantilados» para observar y anillar gaviotas, y así luego estudiar sus vuelos y el recorrido que realizan. «En invierno es cuando más especies de gaviotas se pueden encontrar. En ocasiones puedes llegar a ver hasta cuatro especies distintas: cabecinegras, reidoras, sombrías y patiamarillas», explica.
La costa asturiana constituye uno de los principales pasos migratorios de aves en España. Por ello, es normal encontrarse con especies desconocidas para un ciudadano de a pie. Xuan Fernández advierte a quien pueda encontrarse con un ave herida que lo que debe hacer es «llamar al 112 para que se inicie el procedimiento habitual y el animal pueda ser recogido, curado y liberado», asegura.
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