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OLAYA SUÁREZ
Miércoles, 20 de abril 2016, 03:08
El crimen de Rambal no es un crimen sin esclarecer. La Policía concluyó a principios de los años 80, tras exhaustivos trabajos e indagaciones, que los autores de la muerte del popular transformista eran dos hermanos también vecinos de Cimadevilla que contaban con un amplio historial delictivo. Así lo hicieron constar los investigadores en los informes que remitieron a lo largo de los años al juzgado encargado del procedimiento. Uno de los sospechosos está vivo. El otro murió hace tres décadas.
EL COMERCIO ha podido conocer, 40 años después del asesinato, los pormenores de la investigación que les llevó una y otra vez a señalar como culpables a los dos jóvenes delincuentes del barrio alto. Pese a la certeza policial, no se pudo demostrar por vía judicial. El agua utilizada por los bomberos para sofocar el fuego en el piso de la víctima se llevó las pruebas que les podrían haber incriminado directamente. «A nivel policial el asesinato de Rambal está resuelto», sentencia ahora uno de los jefes de la Policía Nacional que se ocupó del caso.
Uno de los sospechosos tenía 15 años en el momento de los hechos. Su hermano era mayor de edad. Ambos contaban con una retahíla de arrestos por robos y hurtos y practicaban la prostitución entre clientes homosexuales. La novedad de la revelación no solo se centra en desvelar a los supuestos autores, sino en que al parecer hubo dos asesinos y no uno, como durante cuatro décadas se creyó. La superioridad era precisamente una de las características que presentaba el modus operandi del crimen. El hecho de que fuesen dos personas las que lo atacaron habría contribuido a mermar cualquier posibilidad de defensa de la víctima.
«Otro de los puntos significativos de la investigación es que el cadáver presentaba dos tipos distintos de lesiones: unas provocadas con un cuchillo y otras con un destornillador. Ambas armas se encontraron en el domicilio con restos de sangre y desde el primer momento se pensó que los atacantes pudieran ser dos», relata el investigador.
Más información en la versión impresa de EL COMERCIO y también en Kiosko y más.
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