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Iglesia de San Miguel de Dueñas, junto al lavadero de Castiello de Bernueces.
Vestigios románicos  en el concejo de Gijón

Vestigios románicos en el concejo de Gijón

A pesar de la transformación sufrida a lo largo de los siglos, muchas de nuestras iglesias rurales conservan interesantes elementos de su primitiva fábrica medieval

VALENTÍN ARRIETA BERDASCODOCTOR ARQUITECTO

Domingo, 6 de marzo 2016, 01:24

Hace ochocientos años el casco urbano de Gijón se limitaba a un puñado de casas contenidas en la península de Cimadevilla, estando esta pequeña población a la sombra de otras de mayor importancia religiosa, política y comercial, como Oviedo y Avilés. La mayor parte de la población se diseminaba por el campo, tratándose pues de una sociedad eminentemente rural cuya vida giraba en torno a la agricultura y la ganadería, bajo la tutela espiritual que proporcionaba la religión. Por este motivo, surgen en la campiña gijonesa pequeñas iglesias construidas al estilo de la época, el románico, formaron parte algunas de ellas de monasterios, como fue el caso de San Salvador de Deva o San Juan de Fano.

Hoy en día, muchas de nuestras parroquias rurales todavía conservan vestigios de ese estilo tan puro, sencillo, popular, y al mismo tiempo internacional. En la mayoría de ellas los únicos restos de la fábrica románica original que han llegado a nuestros días son la portada y el arco triunfal, elementos importantes desde el punto de vista constructivo-estructural, pero sobre todo desde el punto de vista simbólico.

Es por eso que en estos elementos se concentran los recursos artísticos más interesantes, pudiendo observar en sus capiteles tallas inspiradas en el contexto rural en el que fueron construidas, como vacas (Caldones), helechos o escenas de caza (Ceares). Asimismo conservamos un buen número de capiteles con delicadas tallas vegetales de inspiración clásica, destacando los de San Miguel de Dueñas, San Vicente de Caldones o San Juan de Cenero.

También son frecuentes las representaciones simbólicas del infierno o de los vicios y pecados que pueden conducir al alma humana a él, mediante la talla de fieras, animales fantásticos o monstruos, muchas veces representados devorándose unos a otros, en escenas de lucha o sexuales. Muestra de ello son algunas figuras existentes en las portadas de las iglesias de Fano, Cenero o Porceyo, o en los arcos triunfales de Baldornón o Serín, las cuales causarían un gran impacto en los fieles de la época. En sendos capiteles de los arcos del triunfo de San Vicente de Caldones y San Juan de Cenero, se puede observar el mismo motivo religioso, representando frontalmente a la Virgen María con el niño en brazos, flanqueados por elementos vegetales.

Las portadas más ambiciosas e interesantes conservadas en el concejo son las de la Abadía de Cenero y la de San Juan de Fano, aunque esta última en grave estado de deterioro, mientras que los arcos triunfales más destacados son los de San Vicente de Caldones, San Miguel de Serín, así como el de la propia Abadía de San Juan de Cenero, todos ellos con bellos capiteles y ornamentados arcos apuntados.

Tras las modificaciones que experimentaron las iglesias románicas gijonesas a lo largo de los siglos y la intencionada destrucción, incendio y expolio sufridos durante la guerra civil, hoy en día tan sólo conservan su traza románica más o menos completa tres de ellas: San Miguel de Dueñas, San Andrés de Ceares y Santa María de Leorio.

La iglesia de San Miguel de Dueñas se dispone aislada y alejada de otros edificios en la parroquia de Bernueces, junto al lavadero. A pesar de su pequeño tamaño conserva clara su traza del siglo XII, gracias a su excelente estado de conservación.

San Andrés de Ceares mantiene enmascarada entre múltiples añadidos posteriores su traza medieval. Su ábside es el más notorio del románico gijonés, tanto por su composición interior como la exterior, donde destaca su saetera formada por arco de medio punto con decoración en zigzag apoyado en capiteles con tallas de animales, la imposta decorada que recorre sus muros a la altura del apoyo del mencionado arco, y los canecillos situados bajo la cornisa.

La Iglesia de Santa María de Leorio fue la única que no se reconstruyó tras su destrucción en la guerra civil, trasladando los elementos románicos que se conservaban al camposanto de la iglesia de la vecina parroquia de La Pedrera, donde se reconstruyeron formando parte del panteón familiar de los Rodríguez Sampedro. Todavía son visibles en las dovelas de la portada los números grabados que facilitaron el desmontaje y posterior montaje en su nuevo emplazamiento. En el interior de la anexa iglesia de San Andrés se conserva la lápida de mármol fundacional de la iglesia de Santa María de Leorio, que dispone de una cruz con las letras Alfa y Omega, y una inscripción en latín cuya traducción dice: 'Llevo la señal de la Santa Cruz, huye demonio. En la era de 1085'.

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