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Iván Llera
Jueves, 28 de enero 2016, 19:04
Que ningún padre tenga que pasar por lo mismo. Los familiares de Diego, fallecido a los 13 años en un accidente de tráfico en el barrio gijonés de Montevil, viven sumidos en un «duelo permanente» desde el 4 septiembre de 2012. Aquella noche, el monovolumen en el que viajaban el menor, sus dos hermanos, sus padres y dos amigos fue alcanzado por la parte derecha posterior cuando se disponían a dar el giro a la izquierda, desde la calle de Velázquez hacia Badajoz. El pequeño salió despedido por la luna unos veinte metros y falleció.
El tío de Diego, José Antonio Labra, asegura que el suceso «les ha cambiado la vida por completo». Un «calvario» en el que no han estado solos. Desde entonces, han recibido el apoyo de los vecinos del barrio, con quienes han unido esfuerzos para lograr una mejora en la señalización del cruce. «Es importante que la muerte de mi sobrino cambie algo», defiende destacando la peligrosidad de la intersección. «Mi cuñado nunca pensó que se encontraría con una trampa mortal».
El cruce está regulado por semáforos, pero el conflicto está en los giros. Los vehículos que viran a la izquierda con el disco en verde no siempre ceden la preferencia a quienes circulan en sentido contrario. La Asociación de Vecinos El Roble de Montevil inició en verano una recogida de firmas para exigir medidas. Esta mañana, han entregado más de 2.800 con la esperanza de que el Ayuntamiento tome cartas en el asunto. «Ayer hubo otro accidente. Es necesario que regular los giros y primar la seguridad de los peatones», ha defendido la vicepresidenta de la entidad, María del Mar Vázquez.
Un día «horrible»
En el barrio, el recuerdo del pequeño fallecido sigue estando muy presente. Marina A. Díaz regenta la farmacia frente a la quedó tendido el cuerpo del pequeño Diego. Cuando se inició la recogida de firmas, no dudó en ofrecer su colaboración. Recuerda aquel 4 septiembre de 2012 como un día «horrible». Considera «una vergüenza» que tras el suceso «aún no se haya hecho nada» y explica que los vecinos tienen cierto miedo: «Algunos peatones se han llevado un susto esperando para cruzar en la acera». Cuenta que los vehículos suelen circular «a bastante velocidad» y se muestra esperanzada de que el Consistorio tome medidas pronto.
Los vecinos del edificio anexo al cruce insisten en que «todos los meses hay algún accidente» y se muestran esperanzados de que se haga algo pronto. «No es un problema exclusivo de este cruce, es en toda la calle», cuenta Roberto Montoya. Mónica Alonso se suma a la petición de soluciones: «Vienen como bólidos. Cuando cruzo con mi hijo tengo miedo».
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