Christian Pérez, ayer, muestra su prototipo diseñado en 3D.

Una mano para Mariana

Christian Pérez realiza como proyecto de fin de carrera una prótesis en 3D para una amiga que no tiene dedos

OLGA ESTEBAN

Miércoles, 20 de enero 2016, 02:27

«A ver si me haces una mano para que pueda operar». Es la petición que, medio en serio, medio en broma, Mariana Álvarez, estudiante de Medicina, le hizo a su amigo de la infancia, Christian Pérez. Y Christian se lo tomó en serio. Operar quizás no pueda esta futura doctora, pero sí le ha diseñado una mano. Ese ha sido, de hecho, su proyecto de fin de carrera, que presentará mañana ante el tribunal, en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, dando por concluidos sus estudios del grado de Ingeniería Mecánica. Este joven de 23 años decidió que su proyecto no fuera una simulación y que tampoco respondiera a la iniciativa de los profesores. Él tenía su propio objetivo: hacerle una mano a Mariana. «Prefería esto a hacer un puente o una nave industrial, que al final son simulaciones. Mariana es mi amiga desde los tres años y sufre una agenesia, le faltan las falanges». La mano de Mariana es «un muñón, pero con muñeca».

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Así, el pasado mes de diciembre Christian se puso en marcha. Hasta ahora, Mariana tenía pocas opciones: una prótesis eléctrica, «muy cara», o «un garfio, mucho menos estético». Él intentó aunar las dos cosas: una prótesis con mejor apariencia y más económica. Optó por la impresión en 3D. El joven estudiante diseñó la mano, formada por una veintena de piezas y la ha convertido en realidad entre la impresora 3D de la EPI y la que él mismo tiene, «de andar por casa». Los dedos los imprimió con la suya, de ahí que tengan un peor acabado. Unas cinco horas tarda cada uno en ser realidad. La pieza más grande, el denominado guante, se imprimió en la EPI. Fueron necesarias doce horas. «Lo que gastas, al final, es luz».

El proyecto de Christian ha tomado como referencia los pocos modelos existentes de prótesis construidas con este sistema. La mayoría son usados por ONG, después de que los creadores compartan sus planos en internet, para que cualquiera pueda usarlos. Eso es también lo que él tiene en mente. «Esa es la filosofía, que sirva para ayudar a la gente, no hacer un negocio con ello», explica. Este joven quería mejorar esos diseños, convirtiendo por ejemplo los dedos en piezas únicas y no en varias unidas por eslabones.

Pero lo que mañana presentará Christian Pérez es un prototipo. Hay cosas por mejorar. Algunas modificaciones a los planos y utilizar para todas las piezas una impresora de mayor calidad ayudarán. Pero, mientras tanto, Mariana ya ha probado su mano, y funciona. «Puede hacer pinza y coger objetos», cuenta su creador.

A Madrid y Londres

Los tutores de su trabajo han sido Jorge Bonhomme y Victoria Mollón. A falta de lo que opine mañana el tribunal, a Christian le han transmitido que ha hecho un buen trabajo. «Al menos es diferente e innovador», algo que, cree, debería primar la Universidad. Pero, por el momento, ni una cosa ni la otra le ha valido para encontrar una salida laboral, que se va a buscar a Madrid en solo unos días. Atrás deja su casa, pero también los tres trabajos que ha compaginado para poder estudiar: siete años como camarero en la grada Oeste de El Molinón («a ver si al irme yo empiezan a mejorar las cosas», bromea); otros cuantos detrás de la barra de una cervecería y, en los últimos meses, profesor en una academia. Este viernes vivirá desde el campo su último partido.

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Se considera emprendedor y no teme al futuro. Un futuro que, está seguro, pasará por Londres. «Quizás tenga que trabajar de camarero, pero mejoraré el inglés». Ese optimismo no evita el malestar con unos gobernantes que «no sé si lo que quieren es que no nos formemos», con unas leyes educativas que «no hacen más que cambiar, sin mejorar» y con un sistema que no promueve las prácticas remuneradas. Pese a todo, él se va dejando su regalo a Mariana, para ayudarla a superar su «hándicap. Eso es lo que es, no una minusvalía».

Se da la circunstancia de que la Universidad inauguró ayer, en Oviedo, una exposición sobre las aplicaciones de la impresión 3D en medicina.

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