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Nacho Prieto
Martes, 19 de enero 2016, 03:07
Dicen quienes lo experimentaron que en algunos restaurantes parisinos sirven los oricios fríos y sin pinchos, en presentación similar a la tradicional de las ostras, a un precio que fácilmente alcanza los 7 u 8 euros la unidad. En esas condiciones, no es difícil entender que cuando se pregunta a distribuidores, pescaderos u hosteleros por las razones que provocan prácticamente cada año el encarecimiento de los oricios citen la competencia de la demanda francesa.
Sin duda es una razón, pero también hay otras, porque el oriciu es una especie de crecimiento muy lento, incapaz de renovarse de forma natural a poco que se produzca una explotación medianamente intensa, y de la escasez surge también un aumento del precio, porque lo que no decrece, al menos en Asturias, es la demanda.
El caso es que tras alguna oferta de oricios en pescaderías y restaurantes el pasado noviembre y un paréntesis más o menos generalizado en diciembre y primeros días de enero, en parte por las malas condiciones de la mar y en parte por mayor dedicación de los pescadores a especies más típicamente navideñas, el pasado fin de semana volvió a irrumpir el sabroso equinodermo en el mercado, con un incremento próximo a un euro por kilo en los distintos eslabones de la cadena de distribución.
Quiere decirse que los mayoristas piden ahora 5,5 euros por el kilo que hace un año cobraban a 4,5, y ese euro se eleva también tanto en pescaderías (de 6 ó 6,5 euros de media en 2015 a 7 ó 7,5 euros este año) como en los restaurantes, donde de 12-13 euros por docena (kilo y docena suelen ser en este caso bastante equivalente en piezas) se pasó, lógicamente, a unos 14 euros.
Jesús Pedreira, uno de los históricos distribuidores de oricios gallegos en Asturias, explica que la subida será estable durante toda la temporada, de forma que no cabe esperar precios más altos ni más bajos en las próximas semanas.
La razón es que los grandes distribuidores pactan un precio para toda la campaña con sus proveedores habituales y lo mantienen también, con el beneficio lógico, a sus clientes.
Cada pescador autorizado de Galicia puede extraer cien kilos de oricios, algo menos en determinadas zonas, según Pedreira, en una campaña que se extiende desde principios de noviembre hasta el final de abril aunque algunas cofradías de pescadores reducen voluntariamente esos plazos. Pedreira, ahora en segunda generación, centra su actividad en el mercado asturiano, aunque también sirve una pequeña parte a conserveras catalanas, pero admite que los franceses tiran para arriba del precio en algunas lonjas, especialmente de las Rías Bajas.
«Sigue siendo barato»
Pedro Fernández, pescadero con puesto en el Mercado del Sur, vendió el pasado sábado cerca de cien kilos de oricios. «Se nota que la gente tiene ganas de ellos», afirmó, y defiende que, a pesar de la subida, «es un producto barato. Ocurre como con la sidra, que algunos se extrañan de que suba, pero que sigue siendo algo barato».
Por lo que a la hostelería se refiere, Armando Rodríguez, dueño de El Globo, justifica el precio de venta no sólo por el incremento de la materia prima, sino también por que los bares tienen que retirar antes de llevarlos a la mesa los oricios que decepcionan una vez abiertos.
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