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Foto de familia de la promoción de 1955 (platino) en el patio del colegio .
Colegiales con impronta de servicio

Colegiales con impronta de servicio

Álvaro Muñiz, distinguido como antiguo alumno, asegura que los jesuitas se comprometen con la enseñanza sin diferenciar clases sociales. El director de la Inmaculada resalta que el centro inculca «un virus que modela el carácter»

Nacho Prieto

Domingo, 20 de diciembre 2015, 02:26

La Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio de la Inmaculada se unió ayer a la conmemoración del 125 aniversario del centro con la organización de la tradicional fiesta en la que homenajea a las promociones de bachilleres de hace 60, 50, 35, 25 y 10 años. Casi todas las intervenciones expresaron la idea de que el paso por La Inmaculada imprime carácter y provoca una impronta que Álvaro Muñiz, exalumno distinguido ayer, achacó al «buen hacer de la Compañía de Jesús en su empeño por educarnos para servir». Poco antes, el director del centro, Alfredo Flórez, había asegurado, figuradamente, que el colegio gijonés de los jesuitas inculca «un virus que modela el carácter» y produce personas «combatientes y comprometidas» que se sienten identificadas con los mismos valores incluso muchos años después de abandonar el centro docente.

La Asociación de Antiguos Alumnos, según dijo ayer su presidente, Antonio Pellico, apreció esos valores en el actual director de la Feria Internacional de Muestras de Asturias, presidente del Ateneo Jovellanos y del Club de Empresas de Turismo de Negocios, al que describió como hombre «compasivo, competente, consciente y comprometido, en definitiva, un hombre hecho a sí mismo para los demás».

También glosó la figura del homenajeado su compañero en la Cámara de Comercio Elías García, quien se refirió a Muñiz como «un referente» por su capacidad de «sacrificio, trabajo y entendimiento con los demás» con el respeto como fórmula más adecuada.

En un ambiente de exaltación colegial, el director de la Fidma quiso aclarar que el hacerse a sí mismo citado por Pellico hay que matizarlo, al menos, con la ayuda del propio colegio, pero también con la de su familia, de la Universidad y de la Cámara de Comercio, entidad para la que presta servicio desde hace más de tres décadas.

«Fui normalín»

Como alumno, dijo Muñiz a EL COMERCIO, fue «normalín». Permaneció en La Inmaculada nueve años, desde la preparatoria hasta el preuniversitario, y no tiene presentes los sinsabores «aunque sin duda en tanto tiempo los hubo. Siempre estuve a gusto». Muñiz rechaza que La Inmaculada sea un colegio elitista: «Sí por la calidad de la enseñanza, pero no por economía, ya que «los jesuitas se comprometen con la enseñanza sin diferenciar clases sociales».

Además de la distinción a Álvaro Muñiz, la Asociación de Antiguos Alumnos de La Inmaculada entregó también ayer su insignia de plata a los profesores Francisca Nortes, María de los Ángeles y Juan Manuel Alonso.

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