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Alicia G. Ovies
Viernes, 23 de octubre 2015, 00:22
Calabazas gigantes, muertos vivientes, o una casona del miedo. El Jardín Botánico se convertirá los dos próximos fines de semana en el recinto «más terrorífico» de la ciudad. Aquellos que se atrevan a adentrarse entre sus muros vivirán experiencias inolvidables. 'Calabazas y calaveras' celebrará una nueva edición intentando provocar aún más miedo que la anterior. Para ello, han preparado una programación cargada de actividades, tanto para pequeños como para los mayores de la casa.
La exhibición de calabazas volverá a ser, por cuarto año, la protagonista durante estos días. Cincuenta variedades distintas decorarán el jardín desde la entrada y a lo largo del Paseo de las Hespéridas hasta la Quintana de Rionda. De todas ellas, «cinco rondan los 200 kilos de peso», según adelantó Susana Noriega, responsable de mantenimiento del Botánico. Están, por tanto, ya preparadas para aquellos visitantes que se atrevan a participar en el concurso. Como novedad para el año que viene, la organización contará con una especie «de las más antiguas». Una vez clasificada y preparada, cogerán sus semillas. Éstas serán repartidas a todos aquellos que quieran participar. Desde el Botánico llevarán un seguimiento de su cultivo, ayudarán en lo necesario y podrán verse en la próxima edición.
'Calaveritas' de azúcar
Antes, habrá diferentes talleres para dar a conocer las distintas tradiciones del Día de los Difuntos. En el familiar, padres e hijos podrán disfrutar realizando una gymkana. Su objetivo será buscar los ingredientes para la preparación de las castañas y la sidra dulce. En 'calabazas que arañan' y 'calaveritas de azúcar', los más pequeños serán quienes decoren este miembro del género cucúrbita. Además, todos los participantes en las distintas actividades recibirán un sobre de semillas.
El escritor Alberto Álvarez presentará su libro 'Leyendas Asturianas de Difuntos', encargado especialmente por el Botánico para dar a conocer las tradiciones asturianas. «Esta festividad es mucho anterior al cristianismo. En las religiones antiguas, los muertos venían a esta tierra y se les hacía un festín. Hay datos de que en Piloña, por ejemplo, se les dejaba comida», explicó su autor. La fiesta terminará los días 31 y 1, con un magüestu. La Bruxa, la Guaza o el Carru de la Muerte caminarán entre los visitantes. El ritmo lo pondrá el grupo El Koku de la manzana.
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