20 años de los Rolling Stones en Gijón

Da vértigo pensarlo, pero tal día como ayer hace 20 años los Rolling Stones metieron a Gijón en la liga de los grandes en la organización de macroconciertos. Sus satánicas majestades reventaron El Molinón y congregaron a 45.000 personas llegadas de toda España y de varios países europeos para presenciar el único espectáculo de la gira Voodoo Lounge en la piel de toro.

Los ecos de aquella gloriosa noche, que a uno le pilló de juvenil solaz en Benidorm antes de iniciar sus primeras prácticas en la radio, aún resuenan en el imaginario colectivo gijonés. Con aquel alarde visual y sonoro se rompieron muchos complejos en la villa de Jovellanos. El entonces concejal de Festejos Daniel Gutiérrez Granda y el programador Miguel Rodríguez Acevedo obraron el milagro. Consiguieron que lo imposible se hiciera posible con una audaz gestión y casi 164 millones de pesetas de la época. Los Stones consolidaron la plaza como parte del circuito de las estrellas del pop y el rock internacionales en un camino que había abierto Tina Turner cinco años antes.

La actuación de los Rolling fue la primera contratación directa municipal y también la primera vez que las estrellas se quedaron en Gijón, ciudad que mantiene el hándicap de no contar con hotel de cinco estrellas.

El paso de la legendaria banda británica por Gijón estuvo trufada de anécdotas que guardan como oro en paño sus protagonistas al igual que las decenas de miles de espectadores que quedaron deslumbrados por los característicos contoneos de Mick Jagger ampliados con la famosa pantalla jumbotron. La víspera del concierto, parte de la legendaria banda británica cenó en el palacete del conde de Revillagigedo en Deva con exponentes de la alta sociedad gijonesa. El día de autos, Jagger, su mujer Jerry Hall y sus hijos comieron en La Pondala. El incombustible líder de los Stones solo comió sopa, carne guisada y un vaso de vino para que no le pasara factura sobre el escenario.