Nacho Prieto
Miércoles, 22 de julio 2015, 00:16
Una emblemática empresa con 116 años de la historia industrial de Gijón a sus espaldas, Fundiciones Infiesta, y 35 puestos de trabajo directos, que llegarían a un mínimo de medio centenar si se añaden los indirectos, está en peligro. Los directivos de la entidad responsable de la fabricación de las populares farolas modelo Gijón y de la no menos emblemática barandilla del Muro de San Lorenzo buscan contra el reloj un acuerdo con la Agencia Tributaria. Su objetivo es cerrar el concurso voluntario de acreedores que solicitaron hace poco más de un año para poder aplicar un plan de viabilidad que permitiría liquidar las deudas en un plazo de cinco años sin pérdida de puestos de trabajo.
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«Estamos convencidos de que podemos pagar a Hacienda absolutamente todo lo que debemos, sin quita alguna, pero necesitamos cinco años para hacerlo», dijo ayer a EL COMERCIO el presidente y máximo accionista de Fundiciones Infiesta, Juan Delgado, un veterano empresario de 84 años que se manifiesta dispuesto a no arrojar la toalla mientras le quede aliento. Una de las dificultades que advierte, en todo caso, se refiere al ámbito decisorio: «Nosotros presentamos aquí nuestro proyecto, pero parece ser que las decisiones se toman en Madrid y que la Agencia Tributaria es muy reacia a apoyar convenios de acreedores para no crear precedentes».
En principio, la fecha límite para el acuerdo es mañana, día 23 de julio, pero todo apunta a que la instancia judicial competente aceptará dar una oportunidad más al diálogo con una prórroga antes de instar la liquidación de la sociedad. Los dos factores señalados -historia y empleo- se encuentran en el ojo del huracán de la negociación. Unos hacen hincapié en la trayectoria de una empresa que estuvo y está presente en el mobiliario urbano gijonés: el ornamental, como es el caso de las ya citadas farolas, y otro estrictamente práctico, que mantiene indeleble el nombre de Infiesta grabado en no pocas tapas de registro. Otros conceden prioridad a los puestos de trabajo que el plan de viabilidad presentado garantiza, y al hecho de que es necesario evitar el cierre de cualquier empresa en la región si existe una sola posibilidad de mantenerla con vida.
La crisis pilló a Fundiciones Infiesta con una inversión de 12 millones de euros recién acometida en unas nuevas instalaciones. La demanda cayó y las deudas se acumularon, hasta seis millones en el momento de presentar, en mayo de 2014, el concurso voluntario de acreedores.
Pero las cosas cambiaron, los clientes fieles se recuperaron y la demanda alienta que una empresa con 116 años busque una oportunidad de remontar el vuelo.
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