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Nacho Prieto
Miércoles, 15 de julio 2015, 00:17
Un rorcual común, la especie de ballena más habitual en el Cantábrico, apareció anteanoche muerto en las proximidades del muelle de Marcelino León, en El Musel, adonde lo llevó la mar tras fallecer, previsiblemente, como consecuencia de una captura accidental en un aparejo de pesca, según informó el director de la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas (Cepesma) de Luarca.
Los restos del espectacular animal fueron remolcados por la Salvamar Rigel hasta los muelles del Rendiello, donde ayer fueron observados por numerosos curiosos hasta que, cerca de las nueve de la noche, la grúa del remolcador 'Alonso de Chaves' izó el cuerpo de la ballena para depositarlo en un camión que lo trasladaría hasta el Parque de la Vida, en Luarca, donde hoy está previsto que se le practique la necropsia.
Con más de siete toneladas de peso y ocho metros de longitud, el referido ejemplar será utilizado en las instalaciones de la Cepesma para complementar la exposición que alberga sobre la captura y utilidad de los cetáceos en el pasado. Los restos del rorcual serán aprovechados para divulgar el conocimiento de las especies marinas y permitirán elaborar el aceite que antaño se utilizaba para el alumbrado, sin perjuicio de que los huesos se utilicen también con fines didácticos.
No es la primera vez que una ballena ronda las instalaciones de El Musel, ya que en las últimas décadas fueron al menos dos las ocasiones en las que un rorcual común fue ayudado a regresar a alta mar tras aproximarse en exceso a la costa.
La Policía Portuaria todavía recuerda con pavor la peligrosa romería que se montó en los muelles portuarios cuando durante varios días una ballena recorrió, desorientada, distintas dársenas del puerto. Por aquel entonces con acceso libre, los espigones se llenaron de curiosos hasta que el animal fue ayudado a salir del puerto y se perdió en la mar sin dejar rastro. En otra ocasión la visita fue más breve y en aguas próximas a la playa del Arbeyal.
Sin embargo, en este último caso nada se ha podido hacer por la vida de la ballena, de considerables dimensiones, aunque nada extraordinarias para su especie.
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