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Vidal de la Madrid. :: Miguel del cano
La vanguardia arquitectónica

La vanguardia arquitectónica

Recientes descubrimientos atribuyen a Portigani la autoría del Palacio Valdés

Eva Montes

Sábado, 30 de mayo 2015, 00:23

Es un especialista en la arquitectura asturiana de los tiempos de la Ilustración y se siente internamente feliz de que «un edificio trascendental» como el Palacio Valdés haya sido recientemente datado en 1564 y otorgada su autoría al italiano Juan Bautista Portigani. Vidal de la Madrid, doctor en Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, señala, orgulloso, que las Torres de Valdés, como él denomina el edificio de piedra del Campo Valdés, a los pies del Cerro, «hasta hace muy poco tiempo no sabíamos cuándo se había construido, pero un artículo reciente nos ha abierto los ojos. Es de 1564, obra de Juan Bautista Portigani, un autor completo, trascendental, artista, arquitecto y escultor florentino».

La clave de esa trascendencia de su trabajo la atribuye el experto universitario a que el Portigani, que es florentino, construye las Torres de Valdés basándose en los tratados con los que se trabajaba en Florencia. En mitad del siglo XVI tenemos en Asturias a un arquitecto florentino que nos coloca a la vanguardia de la arquitectura de entonces. Eso convierte el edificio en algo trascendental no sólo para Gijón, sino para la arquitectura asturiana, porque se toma de referencia en otras ciudades».

El arquitecto italiano, que probablemente haya venido a España atraído por la gran obra de El Escorial, aporta al grandioso edificio frente a la playa de San Lorenzo una imagen moderna, que supera los planteamientos medievalizantes que se estaban manejando, por eso es importante».

A De la Madrid, quien realizó un recorrido por el Gijón arquitectónico moderno al hilo del cuadro de Mariano Ramón Sánchez 'Vista de San Lorenzo y Campo Valdés de Gijón en la casa natal de Jovellanos, recordó cómo desde los tiempos romanos Gijón es una ciudad apiñada en la falda del cerro de Santa Catalina y no es hasta «principios del siglo XVII cuando vemos que las casas superan el antiguo cinturón amurallado y empiezan a desarrollarse por el tómbolo arenoso, por lo que podríamos llamar tierra más firme del Cerro, en un crecimiento lineal al que luego va a dar forma el Plan de Mejoras de Jovellanos».

El ilustrado gijonés había concebido una ciudad que tenía que crecer a lo largo del arenal, con calles estrechas y alargadas, «pero con una con visión octogonal, con calles en cruces, protegidas por el paredón de San Lorenzo y el del Natahoyo, y con con una referencia fundamental en el Real Instituto Asturiano, que fue pensado flanqueado por dos plazas, de las que hoy solo queda una, la del Parchís. Esa idea de la ciudad ilustrada, que se iba a ir desarrollando con un planteamiento más o menos octogonal, inteligente, iba a estar complementado con la carretera de Castilla».

Como hace tres siglos

En ese punto, Vidal de la Madrid recordó cómo esa carretera de Castilla, que sería la conexión de Asturias con la meseta y la potenciación del puerto de Gijón, que los temporales cíclicamente arruinaban, sigue siendo una asignatura pendiente. «En 1754 el ingeniero irlandés al servicio de la Corona española hizo un proyecto para reconstruir los muelles de Gijón, pero era caro porque proponía reconstruir los cimientos y ampliar el puerto. Y eso encarecía mucho unas obras que las autoridades provinciales, interesadas en la carretera de Castilla como gran obra pública, no querían apoyar».

El experto en arquitectura de la Ilustración añadió con cierto sarcasmo «lo poco que han variado los tiempos. Ahora seguimos enfrascados en la variante y el puerto de Gijon. Da la sensación de que no cambia mucho la historia».

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