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Alicia G. Ovies
Miércoles, 25 de marzo 2015, 00:20
La ciencia y la tecnología avanzan a pasos agigantados y las empresas se ven obligadas a adaptarse si no quieren desaparecer. El coche de hidrógeno, las nanopartículas contra el cáncer y las prótesis biónicas son algunos ejemplos. Esta progresión se trató ayer en una mesa redonda organizada por el Foro Empresarial de Asturias bajo el nombre 'Ciencia y Tecnología: Retos y oportunidades para la empresa en el siglo XXI', celebrado en el NH Gijón. Jesús Daniel Salas, director general de Computer Science Corporation (CSC) en España, afirmó que «en Asturias las empresas están muy adaptadas» en este sentido y resaltó que las compañías punteras lo son porque «son capaces de implantar la tecnología en sus estructuras».
Antes, el investigador del Instituto Tecnológico de Materiales de Asturias (ITMA), Amador Menéndez, habló de la evolución que la ciencia ha experimentado entre el siglo XX y el XXI. «Antes se podía resumir en átomo, gen, bit y neurona. Esos cuatro conceptos dan paso ahora a unas disciplinas emergentes: la nanotecnología, la biotecnología y las ciencias de la información y el cerebro». Cualquiera de ellas no podría avanzar sin relacionarse con las otras y forman el futuro de la tecnología.
Proyectos de alto riesgo
Un ejemplo de estos avances tecnológicos es el logrado por Menéndez junto con el departamento de Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación del MIT. «Una sola hora de sol bastaría para abastecer un año de consumo eléctrico de la humanidad. El problema es que las placas de silicio solo captan el 15% de esa energía, por lo que hay que buscar nuevos materiales. Para eso utilizamos la nanotecnología, que nos ayuda a captar una gran fracción del espectro electromagnético, logrando captar hasta el 81%. Si eso lo llevamos a una ventana, estamos hablando de integración arquitectónica», explicó. «Los proyectos de alto riesgo, por los que casi no apostamos en España, son los que van a cambiar el mundo», finalizó.
La mesa redonda, moderada por Antonio Virgili, la completó el filósofo y fundador del Instituto Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra, Rafael Alvira, quien afirmó que «poca gente se da cuenta de que la tecnología y las humanidades son complementarias y las dejan de lado». «En el fondo, el trabajo es una respuesta necesaria a un amor verdadero. A una pasión. Aunque te paguen menos, la voluntad es la que gana», afirmó sobre la importancia de tener en cuenta no solo las tecnologías sino a las personas que trabajan con ellas.
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