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ELCOMERCIO.es
Viernes, 20 de marzo 2015, 12:29
En marzo del año pasado un accidente conmocionó Asturias. Un barco, el Santa Ana, se había hundido tras embarrancar contra la isla de Erbosa, frente al cabo Peñas. En el accidente perdieron la vida 8 de los 9 tripulantes que viajaban a bordo, entre ellos el marinero ovetense en prácticas Marcos del Agua, de 28 años de edad. Un año después, el Centro Integrado de Formación Profesional (CIFP) del Mar, donde estudiaba el joven, ha celebrado un homenaje en su recuerdo y ha bautizado un aula con su nombre, en concreto la que dispone de un moderno simulador de navegación.
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El Centro de Formación Profesional (FP) Náutico Pesquera nació en 2006 con el ánimo de formar buenos marineros, como fue el caso de Marcos del Agua, que cuando sucedió el accidente llevaba poco más de dos semanas a bordo del 'Santa Ana'.
Debía realizar prácticas en el barco -según el decreto que regla dicha enseñanza- durante 710 de las 2.000 horas que componen la FP en que estaba matriculado. El ciclo que estudiaba está orientado, según la web del centro, hacia la gestión y ejecución de la administración del buque, así como el control y la conducción de la navegación, las actividades de transporte marítimo, y el respeto a las condiciones de seguridad establecidas en las normativas nacionales e internacionales.
La oferta de ciclos de grado medio la completa el título de Técnico en Operación, Control y Mantenimiento de Máquinas e Instalaciones del Buque, que forma a los estudiantes en el manejo y control de los sistemas de propulsión, equipos e instalaciones del buque, a la reparación de los mismos, y la organización de la seguridad y supervivencia a bordo.
En el Centro de Formación Profesional Náutico Pesquera también se imparten dos ciclos superiores similares, al menos en su nombre, a los de grado medio, pese a que ambos acarrean numerosas diferencias. Entre ellas, el que estudiaba Marcos de Agua permite acceder al título profesional de patrón de litoral (el medio) y el superior, al de altura. Lo mismo sucede con los destinados al mantenimiento del barco. Estos son mecánico naval (medio) y mecánico mayor (superior).
En esta escuela, situada junto a la Casa del Mar y a escasos metros del puerto de El Musel, también se imparten 14 estudios para la obtención de los certificados de Patrón de Altura, Mecánico Mayor Naval, Patrón de Litoral, Mecánico Naval, Patrón Portuario, y marineros de Puente y de Máquinas. También de Formación Básica Marítima, operador de Radar de Punteo Automático, operador del Sistema Mundial de Socorro y Seguridad Marítima, Capitán de Pesca, Patrón Costero Polivalente, Patrón Local de Pesca y Marinero Pescador.
El accidente del Santa Ana
El 'Santa Ana' zarpó de madrugada del puerto de Avilés con nueve tripulantes a bordo. Aproximadamente a los 45 minutos de salir de la ría y tomar rumbo norte, colisionó contra las rocas de la Isla Erbosa, en el Cabo Peñas. Solo uno de los tripulantes se pudo salvar, el segundo patrón, Manuel Simal Sande, que fue rescatado por el pesquero luanquín 'Maresco'.
A las cinco de la madrugada, el buque 'Ciudade de Albufeira', del mismo armador que el 'Santa Ana', dio aviso del posible accidente. Los primeros buques que llegaron al lugar se encontraron la escena de la quilla al sol del pesquero, que no presagiaba nada bueno. Y así fue. Fue necesaria una semana de duro trabajo de los buceadores especialistas de Salvamento Marítimo y la Guardia Civil para que se pudieran recuperar los cuerpos de los fallecidos. Además del asturiano ya mencionado, fueron el patrón del buque, el portugués Francisco Gomes; el cocinero, Manuel Indalecio Mayo, y los tripulantes Lucas José Mayo, Manuel Tajes, Víctor José Farinhas y los indonesios Suherman y Wasito.
Durante esa semana, el armador del 'Santa Ana', José Balayo, vivió unos de los peores días de su vida, ya que los cuerpos de varios de los marineros se encontraban atrapados en el pecio y, durante las labores de rescate, sus familiares presionaban para que se recuperan los restos de sus seres queridos cuanto antes. Y en ello se invirtió una semana de duro trabajo a más de 30 metros de profundidad y en la que los buceadores especialistas no dejaron de correr importantes riesgos, sobre todo por la cantidad de combustible que se filtraba por el pecio y la necesidad de utilizar soldadores submarinos para abrirse camino entre los restos del barco para registrar todos sus habitáculos. El barco fue reflotado e izado a tierra el 22 de mayo, en el puerto de El Musel. Tras revisar a conciencia todos los restos, fue vendido para chatarra.
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