Eva Montes
Martes, 10 de marzo 2015, 00:13
Llegaron en autobuses desde media Asturias. En total, 325 adolescentes procedentes de los institutos Aramo y Doctor Fleming, de Oviedo; el Rey Pelayo, de Cangas de Onís; el Juan José Calvo Miguel, de Sotrondio; el Piles, de Gijón, y el de Llanes, que, junto a los alumnos de los colegios Corazón de María y Dominicas, también de Gijón, patearon durante toda la mañana aulas y laboratorios de la Escuela Politécnica de Ingeniería en busca de una posible vocación.
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Era la celebración del Girl's Day, la jornada que los ingenieros dedican a convencer a las estudiantes de enseñanzas medias de que ellas sí pueden ser ingenieras, que el 27% de presencia femenina en las aulas es perfectamente subsanable con el talento de quienes en casi todos los niveles educativos obtienen mejores resultados académicos. El obstáculo a batir es la tradicional dificultad de los estudios, especialmente en Ingeniería Informática, pero, como recordó la directora del Instituto de la Mujer, «el informe PISA atribuye a nuestras alumnas de 15 años un rendimiento académico superior a la media de la OCDE».
Carmen Sanjurjo, quien inauguró la jornada en compañía de la alcaldesa, del rector y de la presidenta de Feda, Belén Fernández, invitó a los cientos de adolescentes a elegir su futuro «de una forma consciente», en el convencimiento de que, como posteriormente añadió Vicente Gotor, «los estudios no tienen sexo», lo que no fue óbice para su lamento, al constatar que «en el 2000 detectamos un 25% de mujeres en las carreras técnicas y 15 años después estamos igual».
«La capacidad no tiene género»
El rector de la Universidad de Oviedo cotejó que en los másteres de ingeniería «hay muy poca presencia femenina, en consonancia con las etapas anteriores» e invitó a romper la tendencia, «porque la capacidad no entiende de géneros». Para ayudar a romperla, cuatro jóvenes exalumnas de Ingeniería Informática de la Escuela presentaron sus trayectorias empresariales a los posibles universitarios. Y engancharon a la joven concurrencia de forma mucho más efectiva que las autoridades políticas y académicas.
Y eso que todos coincidieron en la importancia de elegir vocacionalmente el futuro. «Experimentar con pasión lo que vivís, elegid lo que os permita ser felices, porque es lo que haréis el resto de vuestra vida», les dijo Carmen Moriyón, instantes antes de que 43 profesores y 25 alumnos voluntarios compartieran con los 325 estudiantes el descubrimiento de 25 laboratorios, mientras Ingeniería Sin Fronteras, a la sombra del Girl's Day, reivindicaba en dos frentes: una mayor presencia femenina en la dirección de la Escuela y en las calles del campus, y un cambio en el lenguaje en los mails de la Politécnica y en la parada del autobús del campus. Se llama Escuela de Ingenieros y debería llamarse Escuela de Ingeniería.
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