Loly Fernández posa con un paraguas en la sede gijonesa del Comité Ciudadano Antisida.

«Algunos jóvenes no saben qué es el VIH»

nueva presidenta del Comité Ciudadano Antisida de Asturias

Laura Fonseca

Miércoles, 25 de febrero 2015, 00:13

María Dolores Fernández Horcajo (Gijón, 1967), más conocida por Loly, es la nueva presidenta del Comité Ciudadano Antisida de Asturias y sustituye en el cargo a María José Sánchez, quien fue la cara de la entidad desde sus inicios, hace ya 27 años. Loly es una vieja conocida del Comité Antisida, donde trabaja y milita desde hace casi dos décadas. En los últimos años dirigió los grupos de apoyo. Ahora se anima a pasar a la primera línea para «seguir trabajando por los derechos de los afectados» y evitar que «se den pasos atrás».

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¿Cómo llegó al Comité Antisida?

Entré en contacto con la asociación en 1995, pero no fue hasta dos años después cuando tuve una mayor implicación.

¿Qué le trajo al Comité?

La propia enfermedad.

¿Está usted afectada?... No tiene que responder si no quiere.

No tengo ningún problema en responder. En mi caso llegué al Comité Antisida porque soy seropositiva, aunque creo que lo importante es el compromiso con el colectivo.

¿Cuesta aún hablar sin tapujos del VIH y el sida?

Sí, cuesta porque todavía hay bastante discriminación y estigmatización. Por mucho que digan, la sociedad no lo ha normalizado. A mí en lo personal me costó dar ese paso.

Pero eso fue hace 20 años. Algo tendría que haber mejorado, ¿no?

Hemos mejorado en muchas cosas, pero el miedo continúa existiendo. En pleno 2015, hay personas que aún no se animan a entrar en los locales de la asociación y tenemos que quedar con ellos en una cafetería fuera de aquí. Es triste, pero el miedo sigue siendo real por la discriminación, que también continúa siendo real.

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Pasó de dirigir los grupos de apoyo a la presidencia del Comité Antisida. ¿Cómo fue el salto?

María José Sánchez, que estuvo al frente del comité durante 27 años y que lo hizo muy bien, llevaba tiempo buscando un relevo y bregando por un cambio. Siempre le di largas hasta que entendí que era necesario dar el paso.

¿Qué objetivos se plantea?

Seguir en la lucha. Es verdad que la enfermedad avanzó para bien en los ámbitos clínico y médico, pero en el apartado social aún queda mucho por hacer.

¿Por dónde debe pasar la reivindicación en estos momentos?

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Hay que seguir trabajando por los derechos de las personas afectadas. Alguien con VIH no tiene una vida normalizada. Para empezar, no lo puede decir en su trabajo porque le podrían despedir. Sigue habiendo problemas para firmar una hipoteca por el tema de los seguros de vida. Luego tenemos también el tema de la hepatitis C y los nuevos tratamientos farmacológicos, algo muy preocupante porque vemos que no se está garantizando el acceso a todos los enfermos. Hay decenas de reivindicaciones por delante.

¿Temen que los recortes acaben afectando a los tratamientos antirretrovirales que tantísimo costó conseguir?

Pues sí, es un temor porque no sabemos qué va a pasar con el tema de los tratamientos y las combinaciones de antirretrovirales. Ahora mismo hay muchas personas que están tomando una sola pastilla al día, lo que es un logro importantísimo en materia de adherencia. El temor es que con los recortes quieran volver a los viejos tratamientos que requieren tomar varias pastillas al día, lo que supondría un paso atrás gravísimo.

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Y socialmente, ¿hubo pasos atrás?

Sí. Aún hay un importante porcentaje de la sociedad que sigue relacionando el VIH y el sida con los mal llamados grupos de riesgo.

¿Todavía?

Sí, lamentablemente, todavía. También nos preocupan muchísimo las altas tasas de diagnósticos tardíos que nos estamos encontrando. Hablamos de personas que no están diagnosticadas seguramente porque consideran que no han mantenido prácticas de riesgo y nunca se han hecho la prueba.

¿Hemos bajado la guardia?

Las estadísticas parecen indicar que sí porque continúan aumentando los nuevos casos de personas seropositivas, sobre todo entre gente joven donde la principal vía de transmisión son las relaciones sexuales.

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¿A qué atribuye ese aumento?

Fundamentalmente a que se usa menos el preservativo. También es verdad que los jóvenes de ahora no vivieron los peores años del sida, cuando la enfermedad tenía una tasa de mortalidad altísima, y eso hace que estén más relajados. Por eso es tan importante no bajar la guardia. Nosotros, en las charlas que damos en los institutos, hacemos mucho hincapié en el uso del preservativo.

¿Qué visión tienen los adolescentes del VIH y el sida?

Están bastante desinformados. Algunos no saben siquiera qué es el VIH. Y lo que yo me pregunto es que si no conocen el VIH, ¿cómo se van a proteger? En algo estamos fallando porque la gente sigue creyendo que es un problema de otros.

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Entre los adolescentes, ¿hay más miedo a un embarazo que al VIH?

Totalmente. Sobre todo entre las chicas. Tienen mucho más claro que pueden quedar embarazadas si mantienen relaciones sexuales sin protección que riesgo de contraer el VIH.

Pero al final, estamos como hace 30 años atrás.

Clínicamente no, pero socialmente insisto en que queda mucho, mucho por hacer. Todas las enfermedades tienen un referente famoso, un actor, un presentador, un cantante. ¿Dónde está el del VIH? Hablamos mucho de normalización, pero no es real.

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