Alicia G. Ovies
Miércoles, 4 de febrero 2015, 00:22
A pesar de que la lluvia no cejó en toda la jornada, la tradicional cola que se forma cada 3 de febrero delante de la iglesia de Jove volvió a repetirse ayer. Y un poco antes de las once, para que nadie tuviera que esperar mucho bajo el chaparrón, empezaban a venderse las primeras rosquillas. Nadie quería quedarse sin su paquete de este ansiado dulce, que dicen tiene propiedades curativas buenas para la garganta. «Estamos muy contentos por lo bien que se han vendido», reconocía Lena Mari, una de las organizadoras. Las dos jornadas de trabajo realizadas días antes para empaquetar todos los dulces tuvieron su recompensa. Las 150 cajas que se habían llenado se fueron vaciando conforme avanzaban las horas. Por la tarde, antes de la tradicional misa de los niños, aún quedaban algunas existencias, pero finalmente el esfuerzo dio su fruto.
Publicidad
El mal tiempo sí impidió que la procesión de San Blas pudiera desarrollarse por su recorrido habitual. Partió ala hora prevista, a las doce y media del mediodía, tras la finalización de la misa. Recorrió los primeros metros, pero al llegar a la zona del cabildo prefirieron dar la vuelta para evitar un posible deterioro del santo.
«Hubo muchísima gente», afirmaba Mari, «fue muy bonito». San Blas es una fiesta de reencuentro, a la que nadie quiere faltar, sigan o no viviendo en el barrio de Jove. Todos los que alguna vez fueron vecinos de la zona vuelven para disfrutar de la jornada con viejos amigos.
Fue por la tarde, a las seis y media, cuando tenía lugar la bendición de San Blas a los niños. Este año el cura encargado de dar la misa no fue el de la parroquia de Jove, sino que corrió a cargo de Vicente Pañeda, que actualmente se encuentra en Avilés. «En otras ocasiones vengo por la mañana, pero como este año no podía decidimos que hiciera la misa de la tarde», explicaba minutos antes de dirigirse a los niños. «Para mi es una fiesta muy importante», añadía el cura, «en primer lugar porque soy de Jove y en segundo, porque me importa todo lo que atañe a las personas».
En su discurso a los pequeños, Pañeda les resaltó la importancia de la fiesta y del papel de San Blas, del que se dice que salvó a un niño cuando éste se estaba ahogando con una espina que se le había quedado en la garganta. «Es un testigo de su tiempo, que confió en Dios incluso en los momentos difíciles», afirmó. «Su prioridad eran las situaciones personales y más frágiles». El cura también quiso mandarles a los niños de la parroquia un mensaje tranquilizador en unos tiempos tan complicados como los de ahora. «Hay que ver las dificultades como desafíos a los que hay que hacer frente, no como penurias», les animó.
Publicidad
Ahora toca esperar un año para volver a disfrutar de las famosas rosquillas y de sus propiedades. Mientras tanto, habrá que abrigarse bien la garganta.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.