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Alicia G. Ovies
Viernes, 30 de enero 2015, 00:43
El ritmo era frenético. Las voluntarias no paraban ni un solo minuto. Las cajas se llenaban con facilidad. Durante la tarde de ayer la iglesia de Jove acogió el tradicional embolsado de sus famosas rosquillas, que proseguirá hoy. Este año han encargado menos kilos, pues no prevén vender tanto como en anteriores ediciones. No obstante, llenarán 150 cajas de este dulce con afamados poderes medicinales para la garganta.
Todos aquellos feligreses que quieran aún pueden acudir esta tarde a la iglesia para ayudar a empaquetar todas las rosquillas que se venderán el 3 de febrero, día de San Blas. Ayer, hasta 30 voluntarias se dieron cita en la sala habilitada para la tarea. Muchas de las personas que acuden a ayudar llevan haciéndolo desde hace años. Es el caso de Ramona, que ni se acuerda de cuando empezó. «Nos gusta venir a echar una mano al cura y a la parroquia», decía Isabel Menéndez sin dejar de trabajar un instante. «Aquí no estamos solo gente de Jove, también hay vecinas de La Calzada y de otros barrios», añadió.
Aunque la tradición de San Blas y sus rosquillas reúne el día de la fiesta a muchas personas, los jóvenes no están muy al tanto de los preparativos. «Los niños que vienen al catecismo sí que conocen lo que hacemos, pero son de edades muy cortas. Por desgracia, esto no es algo que vaya pasando de generación en generación tanto como debería», reconocía Susi Salvador.
El próximo martes, ante la iglesia de Jove, volverán las tradicionales colas. De ese modo, con la misma rapidez que se empaquetaron las rosquillas, desaparecerán.
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