O. ESTEBAN
Lunes, 20 de octubre 2014, 00:52
La ruptura ya es fractura. Hay quien dice que el PP de Gijón está más dividido que nunca. Y es cierto que el nivel de crispación que se vivió el sábado en el paseo de Begoña, y las opiniones que algunos no dudan en hacer públicas no tienen antecedentes. Pero también es cierto que han sido muchas las guerras internas. Los enfrentamientos. Los cónclaves con dos listas. Las críticas más que duras. La presidenta del PP asturiano, Mercedes Fernández, se mostró orgullosa el sábado. Había ganado su candidato. Once años después, su sector lograba la victoria en un congreso de Gijón. Recupera oficialmente el poder (ya conseguido con la imposición de la gestora hace 20 meses) después de aquel julio de 2003 en el que, contra pronóstico, Pilar Fernández Pardo le ganaba al sector de Mercedes Fernández (y en ese momento también del entonces ministro Francisco Álvarez Cascos), representados en la lista de Lucas Domingo, la batalla. Por primera vez, el poder en la junta local gijonesa cambiaba de manos. Y ya entonces, la lista perdedora habló de «irregularidades» que hicieron constar en el acta del congreso. Cascos llegó a asegurar que había habido «más votos que votantes».
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Peores estuvieron las cosas tres años después. En 2006, Luis de Prado lideró al sector crítico y se enfrentó a Pardo en un congreso que acabó en los tribunales. De Prado denunció que no se habían respetado las garantías de igualdad de los dos candidatos ni la privacidad al votar. El juez concluyó que todo había sido legal. Pilar Fernández Pardo fue candidata única al siguiente congreso, en 2009.
Los militantes de Gijón han esperado cinco años para poder volver a las urnas. Y lo han hecho en un congreso que, ya en los días previos, acumuló una treintena de reclamaciones, presentadas por el candidato Ignacio Riestra, sin haber obtenido respuesta a ninguna. Y durante el mismo día del cónclave registró dos impugnaciones. La primera, porque la mesa del congreso se eligió con decenas de afiliados aún en la calle, esperando el largo trámite de las acreditaciones. La segunda, porque no se permitió a los interventores presenciar la revisión de los avales. El listado es largo, dicen los críticos, que hablan de «robo» y «pucherazo». Y por eso su objetivo es lograr la «impugnación total» del cónclave. Su esperanza pasa por la dirección nacional y a ella recurrirán hoy mismo.
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