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ADRIÁN AUSÍN
Jueves, 28 de agosto 2014, 00:08
Con la primera pisada, un adulto se hunde rápidamente hasta la rodilla. Y si no retrocede la arena le llegará hasta el traje de baño en cuestión de segundos. Según ha podido comprobar EL COMERCIO, las 'arenas movedizas' de San Lorenzo tienen una capacidad de absorción de hasta 60 centímetros, altura superior a la de un recién nacido. Son dos pozos circulares contiguos situados frente a la Antigua Pescadería, a unos 110 metros del Muro y 40 metros del pedrero de San Pedro. Quedan al descubierto solo en las bajamares y se distinguen por unas pequeñas burbujas que delatan la salida de agua dulce a la superficie. «Siempre ha estado ahí, pero solo lo conocemos los de Cimadevilla», sentenciaba ayer una mujer en pleno debate social junto a este fenómeno natural.
Si en plena bajamar la riada de paseantes que recorre San Lorenzo por la orilla pasa a un metro de ambos pozos lo normal es que no se percate de su existencia. Debe coincidir que pise sobre ellos, lo cual permite que la mayor parte de los días permanezcan en el 'anonimato' o bien cubiertos por la marea. Pero tal es el flujo humano que, cuando están al descubierto, alguien acaba pisando, lo cual puede provocar sustos e incluso alguna caída. El servicio de salvamento suele desplazar a un socorrista a las horas críticas para estar atento «por si hay que advertir o ayudar a alguien».
Utilizado como fuente
Pero lo normal es que, como ocurría durante la mañana de ayer, el lugar sea objeto de juego de los niños y de tertulia de los adultos. Mientras unos especulan, los más atrevidos prueban la capacidad de absorción de este manantial que, según destacaba Jesús Luis García, vecino de Cimadevilla, de 49 años, «siempre ha estado ahí». Cuando era niño, en los meses de verano, la madre de Jesús Luis dejaba a su hijo en la rampa de la escalera 2 antes de entrar a trabajar a la Antigua Pescadería. Y en este rincón de San Lorenzo se pasaba toda la mañana. «De lunes a sábado, estaba aquí de ocho y media de la mañana hasta la hora de comer. Jugábamos al fútbol durante las bajamares y bebíamos agua dulce de este mismo acuífero para refrescarnos», rememora.
El acuífero suscita opiniones encontradas. Algunos, como Amador de la Fuente, jubilado de Ensidesa, lo recuerdan de toda la vida e incluso lo detectan cuando ha empezado a cubrirlo el oleaje «por la diferencia de la temperatura del agua dulce». Pero otros, veteranos incluidos, nunca lo habían visto hasta ayer. «Yo soy de Avilés, pero llevo 45 años en Gijón y esto nunca lo vi», anotaba otro jubilado.
También se debate sobre su origen. A la teoría más sencilla de que se trata de un simple acuífero subterráneo, otros apuntan como origen a las termas romanas o la fuente de la Pontica, en el Barrio Alto, por la proximidad de ambos.
Y para no despistarlo cada cual ha tomado sus referencias. Una de ellas, desde la orilla, pasa por el ángulo que forman la doble farola situada a la izquierda de la Antigua Pescadería y la oquedad del Muro a la altura de las termas. Ahí están las 'arenas movedizas' de la playa de San Lorenzo.
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