Secciones
Servicios
Destacamos
Óscar Cuervo
Jueves, 14 de junio 2018, 13:26
Luis Fueyo (hijo de padres asturianos nacido en Peñaflor, Sevilla, en 1949) es uno de los surfistas pioneros de Gijón. Acompañado de su tabla, sin más propiedad que una furgoneta y con poco dinero en los bolsillos, vivió y viajó por medio mundo. En su pasaporte, entre otros países, figuran los sellos de Perú, México, Estados Unidos, Suecia, Inglaterra, Indonesia, Francia y Portugal, que ahora mismo considera su paraíso particular. Casi 50 años después de meterse por primera vez con una tabla en aguas de San Lorenzo, recuerda cómo ha evolucionado un deporte que, actualmente, mueve a cientos de niños, jóvenes y adultos en la ciudad.
-Nos remontamos a la década de los 60. ¿Cómo descubrió el surf?
-La mayoría de los que empezamos en este deporte proveníamos del antiguo Grupo Covadonga, donde nadábamos. Muchos llegaron a ser salvamentos en San Lorenzo. Recuerdo que, en el año 65 o 66, vinieron unos australianos que estuvieron cogiendo olas en el Piles. Con ellos empezó la cosa. Hacíamos surf con tablas pequeñas de madera. La primera que tuve me la regaló en Canarias, en 1967, un inglés que volvía a casa. Terminó quemándose. Luego llegaron las excursiones a Francia para conseguir material, ya que aquí no había. Con el tiempo empecé a viajar por medio mundo. Pero para todo ello tenía que trabajar. Eso de que la vida del surfero es muy guapa y cómoda no es tan verdad como algunos dicen.
-¿Han cambiado mucho las cosas desde entonces?
-Muchísimo. Antes entrabas con un traje de esquí acuático o de pesca submarina. No te podías mover. También entrábamos en invierno con una camiseta cuando el Grupo se encontraba aquí (en Emilio Tuya, antigua calle de El Molino). Se pasaba un frío que vamos. Ahora todo es distinto y, además, más barato.
-Incluso hay cámaras en las playas para ver el estado de la mar.
-Antes teníamos que asomarnos a El Rinconín para saber si habría olas en Salinas o Rodiles. Mirábamos cómo rompían y, en función de eso, decidíamos. Ahora, no. Entras en internet, cosa que no sé ni quiero manejar, y te enteras de todo.
«No teníamos buena fama»
-¿Cómo les miraba la gente?
-No teníamos buena fama. Y no entiendo por qué. Quizá hubiese dos o tres que diesen pie a ello, pero la mayoría de gente que hizo surf tiene una carrera. Hay médicos, gente que se ha ido a trabajar a Australia, Estados Unidos... Tengo muchos conocidos que han estudiado mientras hacían surf. Es un deporte que da una libertad increíble.
-Hubo problemas de drogas.
-La década de los 70 fue una época muy mala. Había muy poca información sobre drogas. Eso perjudicó mucho al surf. Pero la mayoría de la gente fue y es tranquila. Además, si haces surf no puedes tomar drogas. Ni fumar, ni beber ni andar de murga. Si haces surf tienes que madrugar para coger las primeras olas. También lo puedes hacer al anochecer, cuando el viento se queda. Pero la mañana es el mejor momento. Tienes fiestas, claro, pero no puedes andar todo el día en ellas
-Por curiosidad, ¿de dónde viene eso del 'invento'?
-¡De Francia! Allí llegaron unos haitianos o maoríes, no sé muy bien, que llevaban las tablas amarradas con gomas quirúrgicas. La gente andaba asustada. Veían que se caían de la ola y que la tabla se iba pero volvía. Y así fue que preguntaron qué 'invento' era aquél. Y así quedó la palabra (se llama 'leash'). Luego empezamos a comprar nosotros aquellas gomas (ríe).
-¿Siente envidia al ver a tantos niños y niñas en escuelas?
-No, al revés. Yo podía haber puesto una escuela, pero al final no me dio por ahí. Tenía seis o siete tablas de todos los tamaños. Muchos de los que ahora surfean y tienen entre 35 y 45 años empezaron con una tabla mía. A los que ahora empiezan les digo que tengan cuidado con los pozos y respeten las zonas de baño. Por suerte, en San Lorenzo tenemos un buen equipo de Salvamento. Lucha con nosotros un poco (ríe), pero tienen razón.
-¿Qué cosas, buenas y malas, aporta el surf?
-¿Malas? Ninguna. Quizá que tengamos poco dinero (ríe). Todo lo que aporta es bueno. Es una filosofía de vida, es libertad. No puedes compararlo con ningún deporte. No hay disciplina porque no te lo permite la mar, entras cuando hay olas. Vives de manera diferente, conoces mucha gente y aprendes idiomas.
De la furgoneta al agua
-¿Cómo es el día a día de esa filosofía de vida?
-Los surferos son tranquilos. Tienen la tabla, la furgoneta y poco dinero. Como mucho más, una novia. O novio, que ahora hay mucha chica. Gastan muy poco. En comer y, como máximo, una cerveza. Cenan y se van pronto a dormir para madrugar e ir al agua. Acabas agotado tras siete u ocho horas surfeando. Salvando a algún inglés, que son más verbenas, los norteamericanos, surafricanos o australianos es lo que hacen. Y no hablemos de los franceses, que ni se mueven de la furgoneta y, si los dejas, a las 8 de la tarde se van a dormir. Los españoles sí vamos a comer al pueblo, a tomar una caña, a reír un poco. Pero enseguida, a dormir.
-Mucho se habla de la música surfera. ¿Qué bandas le acompañaron y aún acompañan?
-Los más viejos, los surferos de mi edad, escuchábamos a The Beach Boys, The Rolling Stones, Creedence Clearwater Revival y The Beatles. Alguna cosa más habría, seguro. A mí por ejemplo también me gustaba Raphael (suelta una carcajada). ¡De aquella era lo que escuchabas! Además, estaban Los Bravos, Bob Dylan y Micky y Los Tonys. Hubo una época en que también se llegó a escuchar una especie de rock australiano. No sé por qué razón, la verdad.
-Quizá sonasen surferos.
-¡Qué va! Era ruido, ¡chatarra! Era un rock terrible. De verdad. Eran malísimos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.