Óscar Cuervo
Jueves, 14 de junio 2018, 13:26
Uno entierra un cable delimitando su parcela y el robot se encarga de cercenar la hierba. Da igual que llueva, vente o haga sol. Ahí estará él, dispuesto a partirse el espinazo, a mandar al otro barrio a la guadaña y a ahorrar los litros de gasoil que consume la cortacésped de turno. Carson Bosque y Jardín, con tienda en la gijonesa calle de Marcelino Gutiérrez, vende un peculiar robot que es una maravilla, sobre todo, para los afortunados que tienen jardín o prau. «Que vale para las dos cosas», aclara René Gutiérrez, quien decidió colocar «una rampa potente» en su estand, por la que el robot se mueve sin problemas, para demostrar que el invento «no es ningún juguete». «Siempre me preguntan si es solo para jardines. Y no. Aquí jardines hay, pero no tantos como praos. Está enfocado para segar praos sin problemas», insiste.
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Su precio, para fincas de unos 500 metros, arranca en los 1.495 euros. «Su mantenimiento, luz y cuchillas incluidas, asciende a otros 50 ó 60 euros anuales. La batería, en función del uso que se le dé, se cambia cada tres o cuatro años, y cuesta, aproximadamente, 150 euros», explica Gutiérrez. La máquina más completa es capaz de trabajar en parcelas de hasta 6.500 metros y cuesta 4.995 euros.
Sin patrón de trabajo
Agrega René Gutiérrez que estos robots no siguen patrón alguno para segar. «Lo hacen de forma aleatoria. Así, la finca queda uniforme, sin visos, bien segada, sin importar el tiempo que haga fuera», apunta. Solo influirá la programación que el futuro propietario haga sobre el aparato. «Podemos decidir que corte la hierba en una determinada franja horaria y unos días concretos. Y en ese lapso, trabaja. Cuando detecta que ya acabó, deja de segar y vuelve a la estación de carga, que colocaremos en la mejor zona posible para que la máquina trabaje liviana», señala.
Respecto a cómo ha ido la Feria -este es el segundo año que presentan el autónomo cortacésped-, René Gutiérrez se muestra satisfecho. «No nos podemos quejar. El producto va conociéndose más y más. Cada cliente que hacemos es una semilla. Si acaba satisfecho, los vecinos o familiares van a venir a preguntar», comenta, al tiempo que invita a todo aquel interesado a hacer una prueba. «Durante la Feria tenemos una promoción para que la gente lo pruebe, pero todo sea hablarlo una vez concluya. En los tiempos que corren, siempre hay que llegar a consensos». Quién sabe, quizá en un futuro no muy lejano robots y vacas convivan plácidamente.
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