El 80% de los tratamientos aplicados en el IMOMA «son de alta complejidad»

Más de 350 pacientes han pasado por el área de Radioterapia del Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias (IMOMA) que inició su andadura en Oviedo a finales de 2011 y que desde entonces suma, además, cerca de 2.000 consultas. Rubén Cabanillas, director del IMOMA, y Juan Cadiñanos, responsable del Laboratorio de Medicina Molecular, presentaron a EL COMERCIO los datos de actividad de estos tres últimos años. Lo hicieron en el estand que el instituto estrena en la Feria, donde aseguraron que «el balance de estos años es muy positivo». El 80% de los tratamientos de radioterapia oncológica aplicados «han sido de alta complejidad, lo que nos ha llevado a convertirnos en un centro de referencia para el abordaje de casos especialmente difíciles», explican. El IMOMA, que preside José Luis Sanagustín, dispone de unos de los aceleradores lineales de ultimísima generación. Se trata de un 'TrueBeam' STx powered, de Novalis, que desde 2011 es sometido a actualizaciones periodicas por parte del fabricante. Recuerdan ambos responsables que el acelerador «cuenta con una configuración única a nivel nacional, que hace que, hoy por hoy, siga siendo el más avanzado, versátil, preciso y rápido del mundo».

3.600 pruebas

En este tiempo, asimismo, el laboratorio de Medicina Molecular del IMOMA ha realizado más de 3.600 pruebas. Estos estudios moleculares, detalla en este caso Juan Cadiñanos, «ayudan a personalizar los tratamientos, fundamentalmente los oncológicos. Esto redunda en terapias más eficaces, con menos efectos secundarios, contribuyendo a mejorar la calidad de vida y la esperanza de vida de los pacientes». La mayor parte de los enfermos que ha acudido a las instalaciones del IMOMA en Oviedo son de Asturias, «aunque cada vez recibimos más de otras regiones», detallan. El instituto mantiene, entre otras muchas, una línea de investigación básica en colaboración con el Sanger Institute de Cambridge, con el objetivo de identificar nuevos genes implicados en cáncer empleando ratones modificados genéticamente. Sin embargo, su principal esfuerzo se centra en otros tres apartados «cuyos resultados podrán ser trasladados en los próximos dos años al manejo clínico de los pacientes», anuncian. Se trata de investigación aplicada en materia de cáncer, sordera y ceguera, donde se intenta identificar «la potencial causa genética de su enfermedad».

La idea, abundan, «es analizar todas las regiones del genoma que se consideren clínicamente relevantes en estas dolencias». Esto, explicaron ambos responsables, «afinar su diagnóstico, plantear opciones de tratamiento personalizado y planificar medidas de prevención para los pacientes y sus familiares».

Tabaco no; alcohol moderado

Estos trabajos de investigación de I+D+i se desarrollan en colaboración con la empresa bioinformática Dreamgenics, además de varios centros sanitarios, entre los que se encuentra el propio Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y el Instituto Oftalmolótico Fernández Vega. Cuentan con financiación de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson y de la Fundación para el Fomento en Asturias de la Investigación Científica Aplicada y la Tecnología (FICYT). «Aunque el objetivo principal es obtener servicios de diagnótico genético de la máxima calidad, en el caso de la sordera, por ejemplo, el proyecto también contempla la posibilidad de hallar nuevos genes responsables de esta enfermedad a través de la secuenciación de regiones del genoma que aún no se han relacionado con la pérdida de audición, en pacientes en los que nuestro análisis inicial no identifique la causa».

Cabanillas y Cadiñanos aprovechan para lanzar un mensaje de prevención y recuerdan que, según datos de la OMS, el 40% de las muertes por tumores se podrían prevenir «mediante una serie de medidas higiénicas y alimenticias». Evitar el tabaco, moderar el consumo de alcohol, evitar el exceso de peso, hacer ejercicio, huir de las exposiciones prolongadas al sol y mantener una dieta equilibrada rica en vegetales y productos frescos son claves para plantarle cara al cáncer.