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E. M.
Domingo, 24 de mayo 2009, 05:03
Nada mejor que un hecho histórico a las puertas de casa para reavivar la memoria más perezosa. «No es por esta batalla por la que nos llaman moscones?», preguntó una mujer a sus compañeras de espectáculo, mientras contemplaba cómo el batallón francés, con la mano derecha sobre el estómago y la izquierda sobre el hombro, caminaba marcialmente hacia sus posiciones, las mismas que les iban a proporcionar la victoria.
«Dicen que viene de 'huyeron como moscones' después de este combate», prosiguió la lugareña ante la sorpresa de sus amigas. Y aunque no es exacta la interpretación, sí se acerca, aunque menos despreciativamente, a una cierta realidad. Porque los moscones, gentilicio de los vecinos de grado, no saben a ciencia cierta de donde procede su denominación.
Circulan dos hipótesis sobre el particular. La más antigua apunta a una acaudalada familia de la Baja Edad Media que, procedente de Italia, se afincó en Grado. Se apellidaba Mosca y de su expansión y podería en la comarca podría derivarse la denominación de moscones.
Pero la mujer que apuntaba a la batalla de Peñaflor para reivindicar su gentilicio no estaba descaminada. Cuentan que en las emboscadas contra las tropas francesas en el angosto paso de Peñaflor, las tropas de Grado azuzaban a los gabachos con tal insistencia que «las balas silbaban como moscones».
En cualquier caso, parece que los expertos otorgan más verosimilitud a la versión medieval, quizá por más antigua, pero ayer, entre el humo de los disparos, los uniformes, los mosquetones, los sables, el cuerpo a cuerpo y el atronar del cañón, era fácil pensar que las balas silbaban como moscones. Aunque hubieran perdido.
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