Dos sindicalistas asturianas obtienen la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo

Dos sindicalistas asturianas, Celestina Marrón Llaneza y Rosa María Fernández García, recibirán la Medalla al Mérito en el Trabajo en su categoría de Plata, después de que el ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, aprobara una propuesta en este sentido. La concesión, realizada por una amplia trayectoria laboral y un dilatado trabajo en favor de los derechos de los trabajadores, fue comunicada ayer, durante la visita del ministro a Gijón.

Marrón Llaneza recibirá la medalla porque es una «mujer luchadora tanto por su familia como por participar en las huelgas mineras de 1962 y enfrentarse a los trabajadores de la comarca del Nalón que no secundaban las movilizaciones», según informó el Ministerio de Trabajo. Fernandez García, por su parte, trabajó desde los 16 años en la Fábrica de Tabacos de Gijón y desempeñó una larga carrera sindical.

Las dos sindicalistas mostraron su alegría por la concesión de las medallas y agradecieron a los promotores de la propuesta su actividad para lograr la distinción.

Rosa María Fernández, que nació en Gijón en el año 1942, recordó su trabajo durante 40 años en la Fábrica de Tabacos de Cimadevilla y destacó que «la empresa marcó un hito en Gijón, especialmente por lo que supuso de incorporación de la mujer al mundo laboral». De los momentos buenos recuerda, sobre todo, la relación con sus compañeros y la camaradería que había. El peor recuerdo, aunque ya estaba prejubilada, fue el cierre de la fábrica y los malos momentos pasados tras frustrarse la construcción en Gijón de una nueva factoría. También destaca Rosa María Fernández su trabajo en UGT, en cuya ejecutiva de Gijón se encuentra integrada desde el año 1977.

Celestina Marrón, de 83 años, señaló ayer, tras conocer la noticia de la distinción, que «no me lo esperaba porque hay mucha gente que hizo lo mismo que yo y se lo merece también». Según explicó, «tras tener conocimiento de la concesión de la medalla «pensé, sobre todo, en mi padre y en mi hermano, que fueron fusilados en Pando (La Felguera), tras la guerra civil». Esta sindicalista nació en Lada (Langreo) el 29 de junio de 1926 y se separó de su marido, tras siete años de matrimonio, con 27 años, quedando a su cargo dos hijos de 5 y 6 años, uno de ellos enfermo. Para poder sacar su casa y sus hijos adelante desempeñó «todo tipo de trabajos»: hizo y vendió cupones y trabajó en la escombrera, labor que compatibilizaba con la confección de bordados por encargo, hasta que en 1966 entró a trabajar en los comedores de los mineros del Pozo Candín.