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Lunes, 9 de febrero 2009, 03:41
Destacado asturianista, Aurelio de Llano es uno de los más importantes investigadores del folklore y de la historia de nuestra región. En la década de 1920 estuvo en varias ocasiones en Avilés recogiendo material folklórico y visitando detenidamente la villa para su guía turística 'Bellezas de Asturias de oriente a occidente'. También visitó Miranda, donde recogió el vocabulario del 'bron' de los caldereros. Algunas de sus obras son auténticos clásicos y constituyen una referencia imprescindible para el conocimiento del riquísimo folklore asturiano.
Aurelio de Llano Roza de Ampudia y de Valle nació en Caravia el 19 de marzo de 1868. Siguió en Mieres los estudios de ayudante facultativo de Minas y Fábricas Metalúrgicas, oficio que ejerció en diversos centros industriales de la región. Los primeros trabajos que publicó están relacionados con su actividad profesional, como los artículos que aparecieron en los diarios 'El Carbayón' y 'El Correo de Asturias' y el libro 'Hogar y patria. Estudios de casas para obreros' (1906). Sin embargo, Aurelio de Llano alternó a partir de entonces su trabajo con la investigación de la historia y del folklore asturianos. Fruto de su decidida vocación asturianista, en 1916 inició unas excavaciones con el ánimo de reconstruir la primitiva planta de la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo, en Oviedo, y al año siguiente publicó el fruto de sus trabajos en una obra que fue bien recibida por los expertos.
Sin duda animado por este éxito, inició una serie de publicaciones de enorme interés: 'El libro de Caravia' (1919), en el que estudia su concejo natal y ofrece noticias de sus excavaciones en el castro del Pico del Cueto; 'Dialectos jergales asturianos. Vocabulario de la xíriga y el bron' (1921); 'Del folklore asturiano: mitos supersticiones, costumbres' (1922), importante obra, con extenso y elogioso prólogo de Ramón Menéndez Pidal, que constituye sin duda el mejor trabajo para conocer el valioso acerbo tradicional de nuestra región.
En 1924 Aurelio de Llano, que había contribuido activamente a la creación del Centro de Estudios Asturianos, publicó las obras 'Esfoyaza de cantares asturianos, recogidos de boca del pueblo', que recoge 1.272 canciones y rimas agrupadas temáticamente, más un apéndice de refranes, y 'Vocabulario de la tixileira. Dialecto jergal asturiano'. Al año siguiente aparecieron sus 'Cuentos asturianos, recogidos de la tradición oral', y en 1928, editada por la Diputación Provincial, la obra 'Bellezas de Asturias de oriente a occidente', guía turística que sigue siendo, ochenta años más tarde, la mejor de cuantas se hayan escrito sobre la región asturiana. El último libro de Aurelio de Llano data de 1935: 'Pequeños anales de quince días. La revolución en Asturias', crónica rigurosa del levantamiento revolucionario de octubre de 1934, que él vivió como testigo en Oviedo.
A pesar de su formación autodidacta y de su modestia, la meritoria labor de Aurelio de Llano obtuvo numerosos reconocimientos. Fue académico correspondiente de las Reales Academias de la Historia, de la Española de la Lengua y de la de Bellas Artes de San Fernando, además de la de San Luis de Zaragoza, de la de Ciencias Históricas de Toledo, de la de Ciencias y Artes de Cádiz y de la Sevillana de Buenas Letras. Socio de número de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria; caballero y comendador de la Orden Civil de Alfonso XII y comendador con placa de la Real Orden de Isabel la Católica. Miembro correspondiente de la Real Academia de Arqueología de Bélgica, de la Academia Nacional de Ciencias, Bellas Letras y Artes de Burdeos, del Instituto Arqueológico del Imperio Germánico y del Museum Für Volkskunde de Viena. Y delegado regio de Bellas Artes de Asturias. El 2 de noviembre de 1936 falleció en Madrid.
'Bellezas de Asturias'
El 15 de abril de 1921, en el puente sobre el río Deva que une Asturias con Cantabria, inició Aurelio de Llano su recorrido por «esta divina región, cuna de la nacionalidad española», que se prolongó hasta principios de 1928, año en que recogió sus impresiones del viaje en la obra titulada 'Bellezas de Asturias de oriente a occidente'.
En este libro, de 544 páginas, magníficamente ilustrado con numerosas fotografías, el autor realiza un exhaustivo recorrido por la región asturiana, a pie, en caballerías y en automóvil, que refleja mucho más que una magnífica guía turística, ya que se detallan minuciosamente las bellezas paisajísticas y artísticas de la región, enriquecidas además con datos folklóricos y etnográficos de enorme interés. Es un libro absolutamente imprescindible para el conocimiento de Asturias, escrito con rigor y amor por un auténtico asturianista. En 1977 se realizó una edición facsimilar con un apéndice a cargo de Modesto González Cobas que intenta actualizar la obra.
En las páginas 203 a 226 Aurelio de Llano recoge una detallada descripción de Avilés y Castrillón, acompañada con interesante material fotográfico de Muñiz, Fortunato de Selgas y J. Espolita. El autor da noticias históricas, describe acertadamente los monumentos del casco histórico avilesino, destaca los soportales como una seña de identidad de la villa y refiere cómo descubrió, en 1920, la existencia del bron, la jerga de los caldereros de Miranda que al año siguiente recogió en una publicación.
Algunas de las magníficas fotografías que aparecen en la obra tienen gran interés, porque recogen piezas ya desaparecidas de gran valor artístico, como el retablo en alabastro de la capilla de los Alas, y el aspecto de algunos monumentos muy diferente a cómo los podemos ver hoy día, como es el caso del templo de los padres franciscanos (sin el horroroso adosado del convento y con porche), del palacio de Valdecarzana (con sus fachadas laterales) o de la iglesia vieja de Sabugo (con un pórtico que hoy afortunadamente ha desaparecido).
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