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C. MURIAS
Lunes, 29 de diciembre 2008, 03:49
En el principio fue el hierro, el carbón y el alto horno. Y un siglo y medio después, fue el conocimiento industrial. La «superviviente» Duro Felguera, una empresa «asturiana por los cuatro costados» -tiene más del 90% de sus activos en la región pero la mayoría de su negocio está fuera del Principado- edita un libro en el que recoge sus 150 años de historia. Un camino que ha recorrido gracias a «unas profundas raíces industriales», que son las que le han permitido adaptarse a los cambios. Esta es su historia, contada a través de sus protagonistas.
PEDRO DURO BENITO
La empresa metalúrgica
«La industria madre, fuente de progreso»
«No puede dudarse que a la vuelta de poco tiempo la provincia de Asturias podría llamarse la Bélgica española pues es la que reúne mejores condiciones para la fabricación... de esta industria madre y fundamental, cuyo engrandecimiento da vida a la agricultura, a las artes y a todas las demás industrias (...)». En 1858, Pedro Duro Benito, autor de este texto, funda en La Felguera una empresa metalúrgica para fabricar hierro por el -entonces revolucionario- 'método inglés'. Nacía Duro y Compañía, la primera fábrica de hierros del país.
Desde su creación y hasta la muerte de su fundador, en 1886, Duro liderará la revolución siderúrgica del país. Una hegemonía que convierte el Principado en el centro de la industria básica española. Sin embargo, los estrechos márgenes de la demanda nacional y el control de la construcción de la red de ferrocarriles en manos de compañías extranjeras limitarán su producción a ciertos tipos de hierros para hacer ejes de carro, rejas de arado y palas.
LUIS ADARO Y MAGRO
Entre minería y siderurgia
La formación del gigante industrial
La segunda mitad del siglo XIX trajo consigo un nuevo mapa económico para Asturias que no se limitará a la fabricación metalúrgica del hierro. Los avances tecnológicos en el proceso de fabricación del acero colocarán a Duro Felguera en una encrucijada. La empresa no parecía capaz de coger el paso de la revolución tecnológica sin su fundador, sin sucesores y sin capitales para reformar la vieja estructura fabril de La Felguera.
Un nuevo ciclo expansivo y las ideas impulsadas por el ingeniero Luis Adaro -entonces director de la explotación minera Mosquitera, de la compañía D'Eichthal- sacarán a la empresa de su atonía. El proyecto de Adaro preveía un cambio radical basado en la concentración de las explotaciones mineras, una inmediata inversión de capital, una «política verdaderamente regional» que vertebrará la industria -para poder competir así con las manufactura vascas-, la modernización de las explotaciones y la profesionalización de los mineros.
La profunda crisis industrial retrasó el proyecto de Adaro hasta principios de siglo XX. Después de medio siglo de actividad fabril, el 22 de abril de 1900 nacía una gran sociedad anónima bajo el nombre de Duro Felguera. Un gigante empresarial que aunaba los dos productos básicos de la industrialización: la fabricación siderúrgica con la explotación del carbón.
ANTONIO LUCIO-VILLEGAS
La primera hullera del país
Modernidad en una España autárquica
Duro Felguera se convertirá en pocas décadas en líder en la comercialización de carbones, de todo tipo de hierros y de piezas de fundición para infraestructuras urbanas, transportes y edificios. Será la primera empresa industrial española en volumen de actividad, movilización de recursos y tasas de empleo.
Entre la primera Guerra Mundial y el desarrollismo de los 70, la empresa se consolidará como la primera hullera del país y entrará en el sector de la producción de energía termoeléctrica. Con la vuelta a la economía de la primera industrialización, durante la época autárquica del franquismo, los carbones y la ya modernizada siderurgia de Duro se convierten en pilares de la reconstrucción industrial del país.
Sin embargo, el proyecto que a la larga iba a tener gran importancia para la empresa será la apuesta por el sector transformador, planteada por Antonio Lucio-Villegas Escudero, quien asumió la presidencia entre 1956 y 1963. Así, Duro se dedicará a fabricar en casa lo que no podía comprar fuera a causa del aislacionismo: las piezas mecánicas que necesitaban las minas de carbón y sus propias instalaciones. Será a partir de 1950 cuando empiece a potenciar el taller de transformación y a especializarse en la construcción de grandes estructuras metálicas, tanques para almacenamiento de combustibles y maquinaria minera.
JOSÉ LUIS BARANDA
Talleres de transformación
La construcción de bienes de equipo
La apertura económica, a partir de los años 60, cerrará definitivamente el tiempo del carbón y del acero. Traerá la crisis de la minería y de la siderurgia, así como la nacionalización de los sectores básicos. Duro tuvo que iniciar una tercera etapa especializada en la fabricación de bienes de equipo, en cuyo diseño tuvo un papel fundamental su director general, José Luis Baranda.
En un primer momento, se apoyará en los talleres de transformación para acometer su reconversión interna. Fabricará obras metálicas y equipos industriales, primero para el desarrollo económico del país y después para el mercado exterior. El intenso proceso de diversificación, no obstante, llevará a la empresa a participar en negocios ajenos a su tradición industrial, que pondrán en riesgo su porvenir.
Este largo camino industrial todavía no ha terminado. En los últimos años, Duro se ha especializado en un nuevo sector, la fabricación de conocimientos industriales, superando la vieja cultura de la producción -del Tallerón- y pasando a la cultura de los servicios. Como dijo el actual presidente de la compañía, el ingeniero Juan Carlos Torres Inclán, «ya no somos una empresa que el mercado identifica por sus medios de producción. Nuestro principal activo es hoy el conocimiento».
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