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GASPAR MEANA
La acogida de 'El concejal' de Adeflor
OPINIÓN ARTICULOS

La acogida de 'El concejal' de Adeflor

UN SIGLO La apuesta de Adeflor, de 221 páginas más 8 del divertido prólogo, fue recibida con más elogios que reprimendas dentro y fuera de la región. Los ejemplares volaron rápidamente de las manos de quienes los imprimieron y los periódicos reprodujeron en sus ediciones fragmentos y capítulos enteros.

JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ MIEMBRO DEL REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS (RIDEA)

Viernes, 12 de septiembre 2008, 05:26

H OY se cumple un siglo del salto a las librerías del famoso tratado satírico del que fuera director de EL COMERCIO y periodista gijonés Alfredo García y García, 'Adeflor', que llevaba en su cabecera, a modo de penacho retador, el sintético pero apabullante rótulo de 'El concejal'. En él encontraron refugio y altavoz las pretensiones reformistas y reprobadoras que en el filo de su irónica navaja/retranca había ido puliendo el autor durante los meses de julio y agosto de ese año en su domicilio de Somió; él mismo, con su chispa tan medida, afirmaría que mientras escribía 'El concejal' tuvo «goce y tranquilidad de espíritu», y que «los pájaros que rodean nuestra casita de campo» le despertaban «al alba, incitándonos al trabajo».

El libro apareció el sábado 12 de septiembre de 1908, después de que la prensa anunciara durante más de dos semanas la inminencia de su puesta de largo. Se vendía al precio de peseta y media en el establecimiento gijonés de Manuel Manso (emplazado en el número 20 de la calle Corrida) y en el avilesino de Francisco Fernández (ubicado en la calle de la Cámara). Venía precedido de un jocoso autoprólogo, en el cual se hacía una pregunta de rabiosa actualidad: «¿Qué es más sincero y filosófico, propinarse uno a sí mismo el elogio, o pedírselo prestado al camarada?». En este pórtico aseguraba Adeflor entre chanzas que su obra era «una alta producción filosófica», y se regocijaba lanzando a los cuatro vientos proclamas de la más pura cepa adeflorina: «Tenéis este libro y lo tenéis todo... ¡Ardan en fiesta los pueblos y ciudades, batan marchas las músicas, atruenen el espacio los cohetes, sean voceros de la buena nueva los periódicos 'defensores de los intereses morales y materiales' de las respectivas regiones! ¡'El concejal' ha aparecido! ¡El Mesías que esperabais llegó! ¡Hosanna a los ayuntamientos en las alturas y paz en la tierra a los ediles de buena voluntad» (página VIII).

La apuesta de Adeflor, de 221 páginas más las 8 del divertido prólogo, se imprimió en los talleres de 'El Noroeste' y fue recibida con más elogios que reprimendas dentro y fuera de nuestra región. Los ejemplares volaron rápidamente de las manos de quienes los imprimieron y los periódicos hasta reprodujeron en sus ediciones fragmentos y capítulos enteros de producto tan sarcástico e higiénico como 'El concejal'. En Asturias hablaron de él, entre otros medios, EL COMERCIO, 'El Popular' y LA VOZ DE AVILÉS, que avisaba el 17 de septiembre de que «si en ella ha de decir verdades como puños, será adobando su dureza con los toques de un humorismo que a nadie ofende ni a nadie molesta, antes bien ha de excitar la benévola sonrisa del mismo vapuleado». La personalidad del escritor enjuiciando funciones públicas no debió, sin embargo, de recabar tanta complacencia entre los responsables del rotativo católico 'El Popular', que en un suelto sin firma le acusan de plagiar a Azorín -acababa de publicar 'El político'- y dejan palmariamente expuesta su inquina al escribir, por ejemplo, lo siguiente: «Fuimos a la pescadería. En mala hora lo hicimos, pues lo primero que a nuestra vista se presentó fue una pescadera que se hallaba deshojando a 'El concejal'». Por su parte, 'El Noroeste', diario en cuya plantilla militaba Adeflor, en un ejercicio muy saludable de imparcialidad, no lo glosó por ser parte implicada en el proceso editorial.

Una de las reseñas provinciales más prolijas se la dedicó EL COMERCIO el jueves 17 de septiembre en primera plana de la mano de Rafael Riera, quien sentenciaba, recurriendo a antecedentes ilustres, que «tiene Adeflor un espíritu vario, complejo. Su sátira es fina, punzante como la de Fígaro. A veces su musa nos recuerda la musa risueña, adornada de cascabeles sonoros, que inspiró a Luis de Taboada sus regocijantes artículos. Y en ocasiones es serio su estilo, como el de un filósofo grave, o se asemeja al de un delicado poeta»; lo avalaba, pensaba Riera, «una prosa fluida y sencilla, espontánea y clara como el agua de un manantial». ¿Cuál es el meollo de la incisiva aportación de Adeflor al asunto? Riera lo resumía así: «En lo que a los municipios respecta, esgrime contra estos hombres su látigo, despiadado, seria o jocosamente. Expone los hechos y señala luego, razonadamente, el error o errores, a continuación de todo lo cual brinda saludables consejos». Para este comentarista, 'El concejal' no es obra destinada en exclusividad a los representantes públicos, ya que «hay ideas y juicios y observaciones que no solamente a los ediles conviene estudiar».

La fama de 'El concejal' traspasó el Pajares y en dos publicaciones madrileñas de prestigio como fueron 'España Nueva' y 'El Imparcial' se hicieron eco de la novedad venida de provincias. En 'España Nueva', Tartarín lo coteja con el de Azorín 'El político', pero sus conclusiones son radicalmente distintas a las de 'El Popular', periódico filial en Gijón de 'El Carbayón' ovetense. Para Tartarín, el de Adeflor «tiene más gracia y más intención que 'El político' de Azorín, y tiene además menos pretensiones. Se trata de una obra amena en la que, burla burlando, se dicen tremendas verdades», porque «la pluma de Adeflor no se detiene en púdicas nimiedades», y porque, sospecha Tartarín, el joven y aplaudido periodista asturiano ha tenido muy presentes casos de abuso de poder entre los munícipes: «Leyendo las páginas de este libro parece que vemos los retratos de ciertos señores cuyos nombres han sonado estos días con motivo de asuntos no muy limpios. Se diría que el autor los conoce a todos ellos y los describe con toda naturalidad».

N o ahorra menos elogios para Adeflor el crítico Joaquín López Barbadillo, el día 12 de octubre de 1908, desde la primera página del diario liberal 'El Imparcial': «Adeflor es un ente colosal; ha hecho, por vez primera desde que existen tinta y municipios, la historia natural y filosofía de ese ser complicado que se llama un edil y que viene arrastrando a través de la Historia una ridiculez heroica y secular». La reconvención humorística pero nada ligera de Adeflor se lleva a cabo, al decir de López Barbadillo, «con mucha educación, con muy bello y castizo lenguaje y con un tierno afecto por esas personas sanas y honradísimas en su mayor parte». Tan eufórico le ha dejado la lectura del singular tratado de ética política que, al final de la reseña, solicita para su responsable un premio: «Al autor de 'El concejal', en una asamblea magna de todos los concejos, se le debiera dar un destinillo de esos con que el honrado edil paga a quien le sirve: guardia municipal honorario de España».

La inmejorable acogida que 'El concejal' cosechó en 1908 nos ilustra sobre el ingente material de observación analítica que se refugia en los consistorios. En su vertiente mordaz, el libro de Adeflor se encuentra, sin duda, en la línea de unos retratos en verso de concejales que un año antes, en la primavera de 1907, ejecutó el mismo diario republicano 'El Noroeste', y a los que dedicaré próximamente unos minutos.

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