Un total de 1.830 niños, niñas y adolescentes de edades comprendidas entre los 12 y 18 años se han beneficiado del programa 'Mañanas Educativas' impulsado por la Fundación Hogar de San José, y que nació en 2002.
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El programa, tal y como ... explicó el director de la institución, Rafael Piñera, es «un servicio que surge como respuesta al mirar la realidad de los niños». Se trata de ofrecer un apoyo a la integración a los alumnos en su ámbito escolar cuando, como medida disciplinaria, se decide su no asistencia al centro educativo por un tiempo determinado.
«Nos ofrecemos también para las familias, somos un recurso porque a muchas les preocupa qué hacer con sus hijos cuando desde el centro lo envían unos días a casa, ya que ellos han de ir a trabajar », explicó Ángeles Canto, responsable del programa.
El objetivo, dijo, es acompañar y apoyar en estos periodos de expulsión para continuar con la educación. Un apoyo al alumno, para el momento de su vuelta; a las familias, para ayudar a la conciliación, y a los propios centros educativos del que proceden los afectados.
Motivación es uno de los conceptos en los que se mueve el programa. «Nos planteamos qué se les puede ofrecer que les vaya interesando, a la vez que se ayuda a conciliar la vida familiar. Es una atención individualizada», contó Canto.
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Con motivo del cumplimiento de los 18 años de existencia se ha elaborado un pormenorizado estudio del que se desprende que el porcentaje sigue siendo mucho más elevado en la atención de chicos que de chicas, un 81% frente a un 19%.
El grupo más numeroso a lo largo de todo este tiempo lo forman jóvenes de 1º y 2º de ESO. Al ser la enseñanza obligatoria y tener menos de 16 años, resulta más fácil que acudan con regularidad a Mañanas Educativas y cumplan la sanción acompañados.
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La segmentación por edades muestra que la mayor frecuencia se sitúa en los 12, 13 y 14 años, el 53% son nacionales y le siguen escolares procedentes de Marruecos y República Dominicana con una presencia del 6%.
La idea de este programa es que, pese a estar alejados de sus centros escolares, continúen su formación, algo que hacen en el Hogar San José. Se contemplan expulsiones breves de un día, dos o tres, pero también las hay de un mes. «El tiempo de expulsión lo convertimos en educativo», aseguró Canto que añadió que «intentamos ser un engranaje más dentro de todas las medidas de recuperación escolar».
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No se persiguen los grupos homogéneos. «Estas circunstancias se producen entre distintas situaciones sociales y económicas». Este fue uno de los aspectos que resaltó la concejala Natalia González, presente en el acto: «Los niños obedecen a causas diferentes y no a cuestiones sociales o económicas».
El año 2020 inició su andadura como un curso más, pero la pandemia obligó a un cambio radical. «Solo hemos podido funcionar con normalidad durante el primer trimestre». Luego se suspendieron las clases en colegios e institutos, con lo que el servicio quedó interrumpido, pero se buscó una nueva salida.
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El programa se acomodó para poder trabajar con un grupo cerrado de niños de la Fundación, en concreto, de la casa infantil Alpamayo, todos de Primaria.
Pero, aunque el balance es positivo, se precisan más recursos y apoyos. «Pedimos una unidad específica inclusiva para atender a estos niños con profesionales especializados en este tipo de conductas. Es una proposición no de ley», afirmó Piñera, que añadió: «Es un servicio que prestamos y nuestro sueño es que desaparezca, aunque parezca una contradicción». Pero si desaparece, dijo, significará que el problema ha sido resuelto.
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