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M. F. ANTUÑA
Viernes, 6 de diciembre 2019, 03:33
Señora de rojo sobre fondo gris' vuelve a Asturias. Hoy se sube a las tablas del Nuevo Teatro de Langreo (20.15 horas) el gran José Sacristán y con él la siempre alargada sombra de Miguel Delibes, que fue su amigo, y ... que se retrata a sí mismo en la novela que ahora se hace teatro y revela el luto por la muerte de su mujer.
-¿Cuál sería su color y su fondo?
-Yo sería señor también de rojo con cine o teatro al fondo.
-La obra es una declaración de amor y usted le ha declarado su amor a Delibes. ¿Por qué le admira tanto?
-Es una adecuación perfecta entre el hombre y su obra, la mirada de Miguel siempre fue comprometida y responsable. Fue un testigo de su tiempo lúcido, riguroso y honrado y con un manejo del lenguaje prodigioso.
-¿Ha descubierto algo más de él con este trabajo?
-Lo que sé lo descubrí cuando hablaba con él. Cuando la novela se publicó yo representaba 'Las guerras de nuestros antepasados', me interesé inmediatamente pero él dijo que no quería que nadie le pusiese cara, porque ni siquiera él le había querido poner la suya. Ahí le descubrí en lo personal, al margen de lo que ya conocía de su obra y de su mirada sobre la condición humana, el amor y la dignidad.
-Aunque no es Delibes, como dice, sí lo es. ¿Es más difícil meterse en el pellejo de alguien conocido y querido?
-No. No quiero pecar de soberbio, pero yo coincidía con Miguel en que venimos de un territorio un tanto parecido. Soy hijo y nieto de campesinos, vengo del mundo de los padecedores de la historia, la gente sufridora, y ahí yo me entendía muy bien con él. Al margen de celebrar su talento, sus alrededores y los míos eran bastante parecidos y mi proximidad con ese personaje fue inmediata, no encontré ninguna dificultad, hay una longitud de onda en lo emocional que me acerca mucho a su forma de ser y entender.
-¿Pero es una responsabilidad añadida?
-Es una responsabilidad y un valor. La satisfacción como actor de dar vida a un personaje que es formidable sin más y que, aunque se llama Nicolás y es un pintor, es Miguel Delibes es un gozo añadido. La responsabilidad viene porque Miguel y otros personajes a los que he conocido, como Saramago, José Luis Sampedro o Fernando Fernán Gómez, son gentes ante las que no cabía la impostura, y eso exige el cuidado de manejar las emociones en la línea en que él aprobaría y nunca traicionarle.
-¿A Pepe Sacristán tampoco le caben las imposturas?
-Procuro evitarlas. Creo estar en segundo de Fernán Gómez.
-La obra habla de sufrimiento.
-Pero no solo del sufrimiento, es un dolor esperanzado, la memoria del amor hace que se pueda incluso enfrentar o vencer. Pero la emoción, el dolor están ahí, nos pongamos como nos pongamos, y el interés del personaje está en cómo los enfrenta, los transita. Es un potaje con muchos ingredientes.
-¿Cómo se cocina ese guiso?
-La fórmula es de Miguel Delibes.
-¿Y de sus años de oficio también?
-Algo ayuda, pero aquí se vive en un riesgo permanente, tratar de dar vida a un personaje de ficción o a un ser humano te obliga a correr el riesgo de ver qué pasa. La profesionalidad a veces proporciona unas seguridades de las que hay que huir.
-¿Cómo son sus diez minutos de antes de salir a escena?
-Simplemente me gusta estar concentrado. Mi método de trabajo es mitad Stanislavki y mitad Niña de los Peines, así que media hora antes estamos ahí negociando entre el ruso y la gitana esta.
-¿Y diez minutos después?
-El ritual es la cena y después de la cena, unos vinitos y un chupito de whisky. Antes era de orujo, pero me estoy aburguesando.
-¿Le sigue gustando girar?
-Sí, sí, pero no voy atropellado. Estoy alternando 'Señora' con el rodaje de 'Alta mar', pongo mis condiciones y se me aceptan. Nada de ir corriendo, ya he corrido bastante, ahora esto de hacer teatro es una cosa de señoritos. En mi caso, quiero decir. Yo puedo elegir, es un privilegio y lo sé.
-¿Qué hace en las giras?
-Me gusta pasear las ciudades y estar el tiempo suficiente en el teatro con los compañeros... Y sobre todo la cena. Si no hubiese cenas no haría giras.
-¿Ha pateado mucho Asturias?
-Es un territorio muy querido. Lo he conocido bien en casa de mi amigo Gonzalo Suárez. Me chifla esa costa.
-Antes hablaba de la declaración de amor de esta obra. ¿Le declara la guerra a alguien o algo?
-No me atrevo a esta edad. Prefiero optar por la indiferencia para tratar de protegerme. No tengo la capacidad de acción para neutralizar, vencer o acabar con todo lo que me resulta insoportable.
-¿Tanto es?
-Cada día hay más tontos. Hay tontos e impostores por un tubo.
-¿Habrá Gobierno?
-Ojalá. Pero que sea uno que merezca la pena. Si hay que contar con el señor Torra, apañados vamos.
-A ver si cuando se vaya con la obra en 2021 a Buenos Aires se va a querer quedar allí.
-No, soy medio argentino, lo tengo a orgullo, pero mi lugar en el mundo está en Chinchón.
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