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Joaquina dueñas
Madrid
Lunes, 29 de marzo 2021, 02:57
El episodio tercero es el relato de un embarazo que lejos de vivir con la felicidad y la emoción del primero, fue una terrible experiencia plagada de episodios de ansiedad y de ataques de pánico, a pesar de que esta vez sí había sido buscado. « ... Sabía perfectamente que algo no iba bien, tenía bajadas de tensión y contracciones de parto», dice sobre aquel momento. Sin embargo, lo más terrible que tuvo que vivir fue el tan comentado episodio de la ventana que relató con detalle. Sucede en Chipiona, después de que Antonio David y Rocío Carrasco vuelvan a discutir por la presencia de Sonsoles, la supuesta amante de él, en sus vidas. Algo a lo que él siempre respondía, según el testimonio de la hija de 'la más grande' increpándola: «Tú estás loca, estás enferma, tú vas a malparir a mi hijo». Unas palabras que si bien nunca llegó a creerse, sí llegaron a hacerle dudar, «dudar sobre mi verdad», decía.
Hasta una noche en la que ella le dijo «eres un sinvergüenza» y él reacciona: «me cogió del camisón y me sacó medio cuerpo por fuera de la ventana y la barriga me estaba dando en el borde», cuenta, un momento en que ella saca fuerzas y le espeta: «Procura que cuando llegue abajo me haya matado. Y entonces me soltó rápidamente». Unas circunstancias que él siempre ha negado y por el que la pareja se ha visto la cara en los juzgados. Mientras él argumenta que había una reja en la ventana por lo que no podía haber ninguna posibilidad de que eso sucediera, Rocío Carrasco esgrime un certificado emitido en 2017 de que la reja se había instalado en 2010, años después de aquel suceso, firmado por el cerrajero que la colocó.
Después de aquello, un embarazo con dificultades que le hacen guardar reposo, momentos en los que no sabe dónde está su marido o qué hace, un parto y el ingreso urgente de su hijo tras el nacimiento por complicaciones en la salud del pequeño. Cuando habla de sus hijos es cuando más se emociona, ya al contar el nacimiento de su hija mayor decía que «cuando la tuve encima es lo más maravilloso que puede experimentar una mujer y también un hombre». Y si de su hija Rocío decía que «era belleza y yo estaba con la niña como si fuera una muñeca», sobre su hijo David cuenta que es «ternura y bondad».
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Llegado el verano, cuando el pequeño David ya está más repuesto, decide hacer realidad la decisión que ya había tomado de separarse e irse a Chipiona con los niños. «Me voy a Chipiona con los niños y cuando vuelva en septiembre presento la demanda de separación», dijo resuelta al entonces todavía su marido. Llegan entonces unas de las palabras que para Rocío son la mayor amenaza que le podían haber hecho: «Pues te vas a cagar, no vas a saber de dónde te van a venir, te vas a levantar de una y te va a venir otra. Lo ha cumplido, la única verdad que ha dicho en toda su vida», se lamenta. Tanto que al escuchar unas declaraciones de él tras nacer el menor de sus hijos diciendo que la niña es mía en referencia a que es más parecida a él y el niño se parece más a la madre, no duda en afirmar: «La niña es mía tiene un significado mayor, tiene un significado más grande que el que se puede apreciar ahí. Es toda una declaración de intenciones» para terminar suspirando, «la niña es suya… y el niño también».
Durante todo ese tiempo, según relata Rocío, las ausencias de David eran habituales, especialmente a partir de que empieza a trabajar en una inmobiliaria. Unas ausencias con excusas laborales o de visita a la familia de él que reside en Málaga y que, a juicio de ella tenían otras motivaciones.
Para ella la confirmación llega a través de una factura de teléfono que llega a casa y en la que Rocío comprueba que un altísimo gasto telefónico de 263.000 euros (más de 1.500 euros) corresponde a un mismo número de teléfono al que el que era su marido llamaba «a todas horas y todos los días». «Según voy viendo el número se me empiezan a dormir las manos y no puedo respirar y caigo en ese momento de que mi prima Rosario era amiga de Sonsoles» asegura así que decide llamarla comprueba que es el mismo número tras lo que «empiezo a llorar sin parar».
Terribles vivencias que la llevaron «en algún momento a sentir incluso culpable pero con el paso del tiempo entendí que no era así pero sí llegué en algún momento a cuestionarme si yo hubiera reaccionado de otra manera o me hubiera ido en vez de seguir en esa espiral de horror, si a lo mejor hubiera sido diferente», en referencia al nacimiento de su segundo hijo.
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AZAHARA VILLACORTA
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