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reuters
Viernes, 14 de octubre 2022, 03:25
La princesa holandesa, Catalina Amalia de Orange, vive una situación muy complicada estos últimos días. Hace poco que se independizó, fijando su residencia en la capital del país, en Ámsterdam. Allí ha empezado a estudiar su grado en Psicología, Políticas, Economía y Derecho en la Universidad. Ahora ha tenido que volver a la residencia real, situada en La Haya, por seguridad. «No puede salir prácticamente de casa», han reconocido sus padres, los reyes Máxima y Guillermo, este jueves durante un acto oficial en Suecia.
No puede hacerlo porque hay una preocupación de que sea el objetivo del crimen organizado holandés. La corona ha aumentado su seguridad y eso pasa por cambiar su rutina, reduciendo su vida pública. El mes pasado, varios medios de comunicación holandeses informaron de que la heredera, cuyo título formal es Princesa de Orange, se encontraba bajo estrictas medidas de seguridad por temor a que bandas criminales pudieran secuestrarla o atacarla.
El primer ministro holandés, Mark Rutte, ha asegurado este jueves por la noche que no podía especificar los detalles de las amenazas. «Esta es una noticia terrible, en primer lugar para ella», ha dicho Rutte. «Todos los involucrados están haciendo todo lo posible para asegurarse de que ella esté a salvo».
La princesa lo lleva con resignación. «Las consecuencias son muy duras para ella», ha confesado Máxima. La reina también ha lamentado que no esté disfrutando de «una vida estudiantil como la que tienen otros». Amalia comenzó su carrera el pasado septiembre en la capital. Para poder asistir a la facultad, se mudó a un alojamiento alquilado que compartía con otros estudiantes.
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