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A pesar de aquelló que cantó Carlos Gardel en 'Volver', eso de «sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada», la realidad es que en dos décadas cambian muchas cosas y más si hablamos de tatuajes. Quién les iba a decir a aquellos que en su día se hicieron emocionados un tribal a lo ancho de su costado o a lo largo de un brazo, que hoy estarían pasados de moda. El tribal, ese símbolo que representa quién sabe qué, pero con una estética potente y transgresora para su tiempo. Hoy la moda está un nuevo concepto más geométrico y estéticamente ordenado: el mandala.
«Ha cambiado muchísimo el mundo del tatuaje en varios sentidos», explica el gerente de la tiendas FlashBack Tattoo de Gijón, Alejandro Hernández. A sus 33 años, lleva desde los 16 siendo usuario, por tanto conoce de primera mano la evolución de este arte. «Ha habido un progreso en cuanto a la especialización. Antes, el mismo que te hacía un tribal también tatuaba retrato», apunta.
También los clientes han modificado su percepción: «No sabían nada sobre técnica, ahora hay mucha más información gracias a internet. Ellos mismos vienen sabiendo si hay o no calidad y qué tatuador hace las cosas bien o mal».
Hace veinte años, los tatuajes se veían como algo «agresivo». Ahora, sin embargo, «la gente lo ve como una forma más de hacer arte». En aquel entonces se tenía en concepto de que llevar un tatuaje era algo de macarras y «se cerraba al entorno de la música, la cárcel, los marineros... Cuando un chaval quería hacerse su primer tatuaje, inmediatamente su familia pensaba que iba a convertirse en un quinqui». Ha seguido, según cuenta Hernández, «una línea similar a la del grafiti».
«Hoy en día, la joya de la corona es el realismo y el estilo comercial y 'working'. Es decir, los retratos de personas, animales, infinitos, flechas, fechas, huellas de perro, mandalas, figuras geométricas en general...». Pero, además, «está muy en auge el estilo 'New School'y también el 'Neotradicional'». Son dos estilos que se parecen mucho entre ellos, pero con pequeños matices que los diferencian. El primero es muy demandado por lo llamativos que son los tatuajes, con muchos colores de pigmentos brillantes y degradados que, hace años, parecían impensables. Y, cómo no, el minimalismo: los tatuajes pequeños que cualquiera puede llevar, «que no supone una decisión difícil».
También ha cambiado el significado de los mismos: «Ahora, un 70% de la gente que se tatúa se hace algo que tiene algún tipo de significado para ellos. El 30% restante lo hace por moda, gusto o sin significado. Antes era muy diferente, la gente se hacía tatuajes porque sí».
A la hora de decidir qué tatuarse «los y las 'influencers', así como cantantes y demás personajes públicos tienen bastante que ver, pero tan solo son eso, influencias. No tenemos mayor demanda gracias a ellos, solo interfieren a la hora de decidir qué diseño hacerse», apunta el gerente del negocio gijonés.
Pero probablemente dos de las cosas que más han cambiado en el mundo del tatuaje son, por un lado, la cantidad de especialistas que hay hoy en día en cada estilo y la dinámica a la hora de llevar a cabo el trabajo en sí. «Un cliente llegaba y escogía de un 'book' el diseño que se iba a tatuar. Había de golondrinas, corazones, anclas... Sin embargo, ahora la gente ya viene con una idea que ha visto en algún lado y el tatuador le asesora. Además, puede elegir a la carta quién quiere que le tatúe, pues nosotros disponemos de varios tatuadores según qué estilos».
Pelayo García es un tatuador gijonés que lleva diez años en el oficio. Es experto en Neotradicionalismo, «una mezcla entre el estilo tradicional americano y el New School. No es más que darle la vuelta a lo de toda la vida. A una mariposa plana, le das volumen, intercalas colores y líneas», explica.
Empezó como aprendiz: «Hacía cosas básicas, letras chinas, usaba solo el color negro... Pero según vas dibujando, la mano y el estilo te dice hacia dónde tirar. Además, mediante práctica y conociendo gente con nuevos estilos, la vida te va llevando a hacer cosas diferentes. Es un mundo donde nunca dejas de aprender».
Su madre ya dibujaba y su hermano es también tatuador. Por eso, desde bien pequeño, afloró su talento para este arte. Se trata de un mundo, asegura, «donde no puedes cerrarte y tienes que evolucionar, pues la gente que viene detrás de ti está muy preparada y rápidamente te pasa por encima».
Y entre quienes pisan fuerte en el sector, las mujeres. Lo demuestran las ocho tatuadoras que, a pesar de sus diferentes estilos, se han unido para crear la exposición 'Grrrl Tattoo'. Son Iria Alcojor (Madrid), Alea (Gijón), Ainize Santos (Bilbao), Shinda K (Vallecas), Surimi (Gijón), Nathalie Magdenel (París), Uve The Kid (Barcelona) y Cohete Fernández (Valencia) y pretenden con su muestra visibilizar a la mujer en un gremio que es «todavía mayoritariamente masculino».
El trabajo de todas ellas se engloba dentro de un estilo cada vez más en auge: el Contemporáneo. Se trata de un concepto más relacionado con la ilustración, lleno de ideas propias y universos personales. Mística, cosmos, serpientes, 'naif', pop... «Historias sobre la piel contadas en blanco y negro».
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