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RAQUEL F. NOVOA
Domingo, 27 de octubre 2019, 17:27
El otoño es una época de transición orientada hacia el recogimiento. El estilo de vida cambia y los colores se apagan en las casas para hacerlas más acogedoras y cálidas. La vegetación se tiñe de tonos ocres y apagados como el ... rosa peach, el toffe, el morado y las tonalidades con dominante rojiza. Los degradados cogen mucha fuerza y se combinan con la paleta propia de la temporada.
Este otoño la exuberancia toma los ramos con grandes bulbos de densidad extrema que chilla mezclando texturas y se alarga por ámbitos donde no solía ser habitual ver una flor.
Hay una ley no escrita en interiorismo, la obra tiene que funcionar sin flores porque éstas tienen tanto potencial expresivo que son capaces de embellecerlo todo. «No hay nada más delicado que las flores, por eso son el elemento más lujoso de una casa», cuenta el interiorista Carles Rodríguez. De hecho, las flores mas caras del mundo son las más efímeras.
En las mansiones de lujo europeas nunca sobró una flor, pero la tradición castiga a los hombres que, poco a poco, se rinden a la naturaleza. Carles Rodríguez considera que el reino vegetal simplemente no está en la escala de prioridades de un hombre: «si no cocinan cómo van a ir a comprar flores». Virginia Nieto cree que todavía se asocian al concepto de regalo, pero observa que los hombres con inteligencia emocional más femenina saben valorar las flores.
Según el último informe anual de Interflora, que distribuye flores en todo el continente, España sólo consume el 2% del mercado junto con Bélgica y Suecia. Son los daneses, los alemanes y los franceses quienes se gastan más dinero al año en flores. Los datos de género de la empresa son contundentes: 50% de hombres y 50% de mujeres.
Según la creadora de Alblanc Atelier los hombres cada vez se interesan más por las flores porque entienden sus beneficios. «Las formas más redondas y de colores suaves son las preferidas de las mujeres, el mercado masculino se suele decantar por plantas con formas contundentes y colores sólidos», explica.
Cuando la estilista floral de Colvin, Mireia Aldomá, entra en una casa ajena y ve vegetación le cambia el humor. Creció rodeada de flores, su padre era un gran aficionado a la jardinería y quizás por eso la sorprenda que se plantee la cuestión de las flores y el género. Cree que cada vez estamos más interconectados con la naturaleza y le encanta ver cómo las casas de los hombres se abren a las flores y las plantas: «algunas parecen selvas, es como poner un pedacito de bosque en casa».
Este tono ha dulcificado el año. Se ha dejado de asociar a la infancia y deja de ser un color femenino para romper el look de los caballeros arriesgados. Los regueros en rosa pálido han calado en todas las esferas: mobiliario, moda y complementos de todo tipo se desnudaron en rosa.
Llegan a la vez con fuerza el mostaza y el burdeos, que conviven con las paletas degradadas, ocres y marrones propias de esta época.
La estilista floral de Colvin considera que el cambio de estación repercute directamente en los hábitos de las personas y que la decoración de la casa debe moverse en concordancia con sus flores. Las fundas de los cojines, las mantas, las esculturas y todos los complementos de una casa deben complementarse con los ramos y sus floreros creando un pentagrama de calma que invite a volver a casa.
En el reino vegetal la flor es más lujosa que la planta simplemente porque es perecedera. La planta siempre va a estar ahí. La armonía entre ambas y con su entorno esculpe una arquitectura interior perfecta. Todos los expertos consultados coinciden en que las plantas crean un vínculo vivo con la vivienda porque sus habitantes deben cuidarla e involucrarse en su bienestar y les resulta muy reconfortante ver su evolución.
Los afilados perfiles de la kentia dinamizan la decoración de una casa, son la debilidad de Carles Rodríguez. Noemí Iniesta, por otro lado, es una amante confesa del arce japonés, que se puede integrar al interiorismo en forma de bonsái y aporta a las viviendas una nota de color muy adecuada para el otoño.
Según Mireia Aldomà el otoño arrasa con ramos que mezclan diferentes texturas en los que engorda el volumen de las flores. Se avecina una temporada rotunda. Un elemento clave en las composiciones es el follaje que viste el conjunto de verdes intensos. Las flores secas -adelanta- también tendrán mucho protagonismo este año.
Los expertos apuntan que la hortensia es un «must» del otoño. A Noemi Iniesta le interesa especialmente el abanico de tonos que la planta expresa en esta época del año. Mirea Aldomá, por otro lado, se decanta por la variedad «antique». La hortensia es camaleónica, versátil y tiene mucha personalidad. En otoño hace cambio de armario y cambia los blancos, rosas y azules que muestra en verano por el verde, el beige suave, el toffe, el burdeos y el borgoña.
Son barrocas, raras, con superficie inciertas y meclan texturas y vacíos en un siniestro y enorme bulbo que se basta y se sobra para decorar una habitación entera. Sus colores representan la paleta otoñal, sus formas y se identifican con todo lo asociado al cambio de estación. Son sugerentes, misteriosas y muy fuertes y fáciles de cuidar. Noemí Iniesta cree que una sola Banksia grande es suficiente para darle la vuelta al estilismo de una estancia.
La flor nacional de Sudáfrica es una de las variedades exóticas con las que podemos vestir la casa. Son fruto de una planta de tallo duro que deja caer al vacío los racimos de su elemento más delicado.
Su bulbo voluminoso de largos pétalos tiene la suficiente fuerza como para exhibirse en solitario y ser la protagonista de una estancia, pero no desentona en compañía de otras especies. Iniesta sugiere que combinarlas con flores tropicales da un resultado muy rompedor y original solo apto para valientes.
La flor predilecta de los españoles es la rosa, los datos son muy contundentes: Interflora importó este año más de 17.500. Las siguen los crisantemos, otra especie con mucho seguimiento en otoño, pero se reclaman poco más de 1.600 ejemplares.
En esta época las rosas regalan variedades únicas que despliegan sus pétalos en color toffe envejecido. Son cálidas, acogedoras y desprenden todas las connotaciones con las que se asocia al otoño.
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