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Lydia Lozano se dio ayer un baño de masas en la gijonesa calle Langreo. Más de un centenar de personas estaba esperando a que la colaboradora de 'Sálvame' hiciera su aparición estelar para inaugurar la tienda de moda Koker, marca de la que es embajadora. A eso de las seis de la tarde, la periodista pisó la ciudad y desató los aplausos y los vítores de sus muchos admiradores. Ella se aseguraba «encantada» con tal recibimiento, que hasta la hacía viajar a otros tiempos, en los que, más de una vez, se dejó caer (y de muy buena gana) por nuestra región.
«Tengo muchísimos recuerdos en Asturias. Gijón, por ejemplo, me lleva a pensar en Arturo Fernández porque, hace muchísimos años, venía con él a la playa de San Lorenzo a hacerle reportajes», rememoraba. Y los paseos con el actor por nuestra bahía no fueron las únicas noticias que sacó Lydia del Principado porque, de aquí, también se llevó alguna exclusiva suculenta y muy envidiada. «En Ribadesella pillé a Isabel Sartorius cuando estaba desaparecida», se reía, justo antes de que su memoria se fuera hasta Oviedo. «Estoy alojada en el Hotel de la Reconquista y me hace acordarme de la boda de Rafi Camino, que se celebró allí y a la que estuve invitada».
Pero no todos los recuerdos que asaltaban a Lozano eran felices: también se le saltaron las lágrimas ayer al evocar a su hermano, Jorge Lozano, fallecido a causa de la pandemia. «Era jurado de los Premios Príncipe de Asturias y he pensado muchísimo en él al ver el hotel», se emocionaba.
Rápidamente, recobró su alegría natural para alabar el estilo del norte de España. «Que no se me enfaden los del sur, pero es que los del norte vestís muy bien. Es otro rollo», aseguraba. Y esa cualidad, la colaboradora la aprecia aún más en los últimos tiempos. «Con esto de la pandemia todo el mundo se ha vuelto muy vago con la ropa y no quieren arreglarse», se quejaba. «No puedo entender eso de ir a todas partes con zapatillas, con lo ideal que vas con un buen tacón», se reafirmaba.
Quizá lo diga porque los zapatos son su debilidad y no la esconde. «Si sigo comprando, Charly -su marido- va a tener que dormir en el jardín», bromeaba, justo antes de empezar a hacerse fotos con todos los que la esperaban en la calle. Había niños y adolescentes deseando abrazarla y también muchísimas personas mayores que la siguen cada tarde en 'Sálvame', el programa de Jorge Javier Vázquez. Para todos tuvo la mejor sonrisa y las mejores palabras. Su única queja: «Desde hace algunos años soy alérgica a la manzana y no puedo tomar sidra, con lo que a mí me gustaba...», se lamentaba. Tendrá que conformarse con otra bebida, mientras se acuerda de sus viajes en moto hasta Llanes y de todas las anécdotas vividas por estos lares, que «¡ay! como las contara...», decía a carcajadas.
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