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t El peluquero Javier Cofiño, durante un paseo por San Lorenzo.
«Ni la dejadez 'poscovid' ni las modas nos dominan»

«Ni la dejadez 'poscovid' ni las modas nos dominan»

Peinados. El peluquero gijonés Javier Cofiño, testigo de cómo en el norte arriesgamos más en el pelo que los madrileños, apuesta por un año «de colores cálidos: miel y marrones»

JESSICA M. PUGA

Domingo, 21 de febrero 2021, 02:02

El gijonés Javier Cofiño ha metido mano en las cabelleras de Enrique Iglesias, Beyoncé, los Backstreet Boys, Alejandro Sanz y Miguel Bosé. Ahora, enfocado en su salón madrileño, la moda y la enseñanza, le toca hacer frente a un virus que «ha frenado en seco los eventos y dejado la peluquería en 'stand by'».

La era del teletrabajo ha cambiado las necesidades. «Nadie se muestra igual en una reunión cara a cara que en una videollamada, y no hablo solo del pelo, también del maquillaje y la ropa», explica, al tiempo que descarta que la dejadez se haya apoderado del común de los mortales. «Sí que, en parte, la hay, pero obedece a la necesidad del momento, con lo cual esa pereza no permanecerá tras del coronavirus», confía, y cierra el tema con dos apuntes: «No nos arreglamos para el prójimo, sino para nosotros, y siempre ha habido y habrá quien quiere teñirse según intuye un milímetro blanco frente a quien espera tres meses. Y nada tiene que ver con la pandemia».

Javier Cofiño tiene las ideas claras. Siempre las ha tenido. Desde el día que decidió ser peluquero y que su futuro estaba en Madrid, donde lleva más de tres décadas de oficio. «Ni la dejadez ni las modas nos dominan», defiende, porque «convivimos con un montón de opciones». Entiende que lo importante es que la persona que lo lleve lo defienda y esté cómoda. Dicho esto, reconoce que donde más se ven las tendencias es en los colores. Hubo un época, recuerda, en la que imperaron las mechas californianas y los tonos que denominábamos 'fríos'. «Yo ahora abogo por el 'hair contouring', porque convivan dos o tres colores, pero siempre cálidos, miel y marrón, por ejemplo, para que los pelos tengan movimiento. Hay que huir de pelos que se vean poco naturales», proclama.

Hubo una moda en concreto que Cofiño detestaba: los acabados efecto 'sucio' conseguidos por el abuso de productos de acabado tipo ceras. Tampoco entiende, él que está dedicado a dar cursos y a formar a las generaciones venideras, por qué el oficio «está perdiendo la base». «Cuando alguien empieza a bailar, primero toma contacto con lo clásico, la esencia, y luego bailará lo que quiera; con la peluquería debería pasar igual, dominar el rulo, la onda al agua o la sortijilla es una buena herramienta, pero no noto que se haga», explica.

Los nuevos tiempos dejan otras consecuencias en la evolución de la profesión. El profesional gijonés enumera las nuevas tecnologías aplicadas, la posibilidad de tener al alcance una serie de productos que hace unos años parecía impensable y, sobre todo, que internet permita, a golpe de 'click', ver lo que se está haciendo en París o Nepal sin levantarte de tu silla. «La globalización es una realidad y las diferencias se van acercando», resume, aunque manifiesta que hay cosas que siguen inmutables, como que «la peluquería inglesa sea vanguardista y la francesa, conservadora». Las diferencias geográficas también son notables, cuenta, entre las querencias de las clientas: «En Madrid son mucho más conservadoras que en el norte, donde se arriesga más. Y no solo en el peinado, sino en los estilismos».

Las visitas de Cofiño a la 'tierrina' son habituales, ahora menos por la covid. «Mi familia vive en Gijón, y yo son fan de la playina de San Lorenzo y los mis paseos por la ruta del colesterol».

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