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Karlos Arguiñano se ha convertido, por derecho propio, es uno de los personajes de la televisión más querido en España. Su naturalidad y bonhomía se cuela por las pantallas y llega hasta los hogares tan diáfanas, que le siguen casi tantas personas por sus ... recetas como por su simpatía. Amante de los chistes, a veces políticamente incorrectos, y sin pelos en la lengua en su análisis cotidiano de la actualidad, es todo lo contrario a un personaje plano. Aunque la polémica le acompañe, a Karlos Arguiñano todo se le perdona. Estas son algunas de sus grandes frases .
La coletilla se ha convertido en todo un grito de guerra. Basta pronunciarla para evocar al cocinero de Beasain, que resume en apenas cinco palabras la esencia de la cocina tradicional patria. Así entiende la cocina, plena de sabor y con sustancia. Así los guisos saben a las mil maravillas. Su slogan se ha convertido, además, en título de uno de los libros de recetas del autor. La obra fue publicada en 2013 pero la frase no ha perdido un ápice de vigencia.
La cocina va mucho más allá de la alimentación. Cuando uno se afana entre fogones buscando agradar al comensal traspasa la barrera de la alimentación para introducirse en la del cariño. No es extraño provocar una sonrisa en quien disfruta de un plato bien cocinado y, muchas veces, en esa mueca de felicidad se esconde la verdadera recompensa a las horas de trabajo. Cebollas, tomates, carnes, ajos...son instrumentos al servicio del placer y, ¿existe algo mejor que regalar placer a quién se quiere?
Mantener una dieta rica y equilibrada suele ser piedra angular de una existencia saludable. Aunque la frase de Karlos Arguiñano pueda esconder matices y haya nutricionistas dispuestos a sacarle punta, la sentencia subraya la importancia de dejar de lado los excesos y 'comer bien' como siempre se ha entendido: sin hacer ascos a ningún alimento. En la variedad está el gusto.
Aunque el éxito le haya acompañado a lo largo de su carrera, Karlos Arguiñano también acumula sus amarguras y sinsabores. Entre ellos, la retirada de la estrella Michelin que lucía en su restaurante y que la guía la arrebató en 1985. Él lo vincula a su ascenso en la popularidad y a las recetas sencillas que disfruta compartiendo. Sin embargo, quita hierro a su disgusto. «Me la quitaron porque estaba en televisión, pero no importa. En esta vida, o das pena o das envidia. Yo prefiero dar envidia»
A Karlos Arguiñano no hay que explicarle la importancia de comer bien; ni a él ni a tantas otras personas que disfrutan del buen mantel. Sin embargo, la vida hay que ponerla en perspectiva y hay muchas más facetas a las que prestar atención más allá de la alimentación. Ser buena persona debería ser más que un objetivo vital. Frente a esa aspiración, al cocinero le enerva el clasismo, el racismo. Quienes lo practican «son unos mierdas», ha dicho.
Una buena dosis de naturalidad e ironía para encender la polémica y mostrar su disconformidad con ciertas tendencias actuales. Por todos es sabido que Karlos Arguiñano no evade la controversia pero en este caso entró de pleno para criticar el animalismo radical. El colectivo Almas Veganas pidió separar en las granjas a los gallos de las gallinas para que ellas no fueran violadas y se dio de bruces con esta réplica: «Estas son veganas, muy veganas. Lo que no saben es que para que haya huevos y para que los huevos fecunden, las gallinas tienen que estar con un gallo. No sé, no vas a hacer ahora pollos in-vitro» .
Karlos Arguiñano habla con la cámara mientras cocina y no se corta en denunciar lo que él entiende como sinsentidos. La pandemia y su gestión le han traído de cabeza. «Somos el hazmerreír del resto del mundo», ha protestado. «Con cien buenos políticos nos bastaría para ser un país líder. Los españoles están hasta el moño de los políticos. Qué gorileros son». «No puedo ir a La Rioja, que está aquí al lado. Fíjate si me gusta ir. Ir a comer a La Almeda, pero no puedo. Sin embargo, los franceses vienen como locos a España. Entran la mayoría por Barajas. «¿Eso cómo es? No podemos ir a saludar con todo los cuidados a nuestros mayores y los franceses sí pueden venir a mamarse como osos«, denunciaba.
Chistes inadecuados, crítica política, reconocidas meteduras de pata en antena... ¿Por qué se le perdona todo a Karlos Arguiñano? El ilustre vasco sabe pedir perdón, virtud de la que no goza cualquiera, y hacerlo con humildad. No se le caen los anillos por entonar un 'mea culpa'.
En 2020 cerró su programa con estas palabras: «Pido perdón, pero de corazón.» La disculpa no incluía propósito de enmienda. Anunció que seguiría hablando porque así es él, charlatán, y exactamente ahí reside su encanto «pero si a alguien le he molestado con alguna conversación o algún comentario que yo haya hecho durante este año, pues le pido perdón de corazón«.
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