Harry y Meghan, el día de su pedida de mano. Entonces todo eran sonrisas. :: AFP

Meghan y Harry dejan la familia real

Renuncian a sus títulos y al tratamiento de altezas reales, no recibirán fondos públicos y tendrán que pagar las obras de la casa que se reformó para ellos

A. FERNÁNDEZ

Domingo, 19 de enero 2020, 03:04

Se acabó el culebrón. O puede que no haya hecho más que empezar. Meghan Markle y el ya ex Príncipe Harry de Inglaterra dejan de ser miembros de la familia real británica, perderán sus títulos y hasta tendrán que afrontar los gastos de ... la reforma de su casa. Resumidamente, eso comunicó ayer la Reina Isabel al pueblo británico, en un sinvivir desde que la pareja, comunicado mediante, anunciara su decisión de alejarse de sus obligaciones como miembros de la familia, en una manera de poner coto también del acoso mediático que sufren, y especialmente ella, desde que se casaron.

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Pasaban las siete de la tarde cuando Buckhingham Palace emitió el comunicado, y en pocos segundos los tabloides británicos que tanto detesta la pareja ya se llenaban de titulares. El 'Daily Mirror', sin ir más lejos, daba la cifra exacta que habrán de pagar por las obras de su casa en Windsor: 2,4 millones de libras. Y no solo eso, informaba de que mientras el ya bautizado como 'Megxit' se fraguaba y mientras su mujer y su hijo Archie se encontraban en Canadá, él salió a tomar unas cervezas con unos amigos. La portada era suya, como en el resto de medios ingleses y de medio planeta, que relataban lo dicho por la Reina. En primer lugar, que los tres continúan siendo miembros «muy queridos de la familia», pero que no utilizarán sus títulos nobiliarios, lo que quiere decir que dejarán de ser los duques de Sussex, y perderán el tratamiento de altezas reales. Obvio es que si no trabajan para la familia, tampoco recibirán ninguna asignación económica.

Pero la pareja no parece tener miedo a buscarse la vida. Ella tenía una vida laboral como actriz que tiene previsto retomar, y a él su nombre, aún sin título, a buen seguro le abrirá muchas puertas.

Las cosas parecen haberse precipitado, porque esta misma semana hubo un encuentro en palacio tras el que se anunció un periodo de transición. Fue el lunes cuando Isabel II aceptó que la pareja viviera entre Canadá y Reino Unido, y dijo apoyar «plenamente su deseo de crear una nueva vida como una joven familia». También vía comunicado se informó de la reunión mantenida junto al príncipe de Gales, sus hijos, Guillermo y Enrique, y altos cargos de la Casa Real. Se advertía entonces de que existían «asuntos complejos», que esperaban resolver en los próximos días. Pues bien, ya están resueltos.

Los guionistas de 'The Crown' deben estar frotándose las manos para cuando llegue el momento de narrar esta peripecia. Y es que a los Windsor se les puede acusar de todo menos de dar boato y entretenimiento al pueblo en cantidades industriales. Porque no hay que olvidar que este es solo un capítulo no demasiado escabroso en una familia que acaba de afrontar otra baja pública notable, la del Príncipe Andrés, que intenta librarse de una investigación sobre sus presuntas relaciones sexuales con menores en Estados Unidos.

Pero es que si miramos atrás, el escabroso divorcio de Diana y Carlos, la muerte de esta en París y unos cuantos disgustos más han alimentado la leyenda de una Reina que tiene a su marido, Felipe de Edimburgo, también alejado de la vida pública.

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También ha habido alegrías en los últimos años en la familia. La primera, el matrimonio de Guillermo con Catalina Middleton, el triunfo del amor sobre la conveniencia aristocrática. Con tres hijos, ellos se mantienen como pareja modélica. También parecía ser motivo de júbilo la boda de Enrique, el eterno rebelde y díscolo, con la actriz Meghan Markel. Pero el cuento de hadas que enamoró a los británicos y a medio mundo parece que ha salido rana.

¿Por qué? Hay quien culpa a Meghan, que -dicen- le tiene sorbido el coco a quien ha dejado de ser príncipe; otros creen que Enrique ve en el acoso que vive su mujer una repetición de lo que sufrió su madre, la añorada Diana. Sea como fuere, el caso es que se van a América para ser independientes y una firma de relaciones públicas de Hollywood, Sunshine Sachs, se va a encargar de gestionar su imagen. No parece que les vayan a faltar ofertas de trabajo y planes de futuro. Más vale, porque 2,4 millones de libras esterlinas son 3,1 millones de euros. Y esa deuda de las obras tendrán que pagarla.

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