Rocío Carrasco no puede evitar lllorar en un momento del documental. TELECINCO

Insultos, vejaciones y agresiones brutales en el capítulo más terrible del documental de Rocío Carrasco

«A ver si te mueres pronto, hija de puta», afirma Rocío Carrasco que le dijo su hija tras una discusión cuando la joven aún era adolescente y las broncas continuas aterrorizaban a la madre

joseba fiestras

Viernes, 30 de abril 2021, 03:13

«Rocío, si quieres ver los fragmentos eliminados nos tienes a tu disposición para que lo hagas en la más absoluta intimidad, sin cámaras», así comenzaba la nueva entrega de la serie documental dedicada a Rocío Carrasco. Las palabras las pronunciaba la presentadora ... Carlota Corredera e iban dirigidas a Rocío Flores. Se referían a los once minutos que han cortado por orden de la madre con el fin de proteger a su hija. En ellos, Carrasco detallaba la paliza que sufrió cuando la niña tenía quince años. «Era el último día del cursillo de verano. Me levanté para despertarla. Me había dicho que estaba mal del estómago y quería desayunar una nectarina. Yo le dije que mejor se tomara unas ciruelas, que le iban a hacer bien. Y se desencadenó todo. Me desafió y se guardó la fruta. Al ir yo a cogerla me cruzó la cara. Y empezó a pegarme, pero mientras me agredía decía: 'No me pegues, no me pegues'. Y yo la miraba y era ella la que me estaba pegando a mí. Sabía que eso obedecía a algo que no era normal», rememoraba angustiada la hija de 'la más grande'.

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Tras el corte pronosticado, Rocío prosigue con el terrible relato. «Lo siguiente que recuerdo es a Fidel reanimándome, poniéndome un aparatito de pulsaciones, las tenía a 140. Yo pregunté por la niña, pero se había ido. Ella se asustó cuando me vio caer a plomo al suelo. Se montó en el coche de Paco (el chófer). Entró con un ataque de ansiedad. Él le preguntó a ver si estaba Fidel conmigo y le dijo que sí. Y se la llevó al cole. Y, según cuenta él, de repente, no sabe de dónde, sacó un móvil y se transformó. Hace una llamada y dice: Papá, ya está hecho», narraba la madre entre lágrimas.

Anteriormente, Carrasco contó que hubo más agresiones, alguna incluso con un cuchillo. «En menores dije que había sido sin intención porque no quería ser la culpable de que le cayeran más cosas», recordaba. El calvario estaba salpicado de insultos y descalificaciones. «La castigué diciéndole que se fuera a su cuarto y me dijo: Al cuarto se va a ir tu puta madre que está enterrada», desvelaba una madre rota que acusaba al padre, Antonio David, de cada actuación. El polemista le había interpuesto una demanda para quitarle urgentemente la custodia de la menor y lo hizo mediante un documento en la que la joven afirmaba que ella le maltrataba. El juez aseguró no tener argumentos de peso para proceder y aquello desencadenó el desastre.

Insultos y amenazas

Carrasco aseguró que su actual pareja, Fidel Albiac, no había presenciado nada. «Nunca me faltó al respeto delante de él, solo una vez, en la cocina, discutimos y al marcharse dijo: A ver si te mueres pronto, hija de puta. Y justo entraba Fidel y le oyó», recordaba. «Yo no te puedo obligar a que me quieras, pero sí a que me respetes», le decía Rocío a su hija ante los continuos improperios recibidos. Anteriormente, Carrasco había pedido auxilio a Antonio David y Olga, su mujer. Les pidió a ambos que no le contaran nada a la niña, pero incumplieron su palabra. «Eres una hija de puta. ¿Qué te creías, que Olga era tu amiguita y no me iba a decir nada? No sabes la que os tienen preparada», amenazó la adolescente.

La protagonista del documental también narró lo que ella denominó «una escena dantesca». Se produjo unas Navidades, cuando sus hijos decidieron pasarlas con su padre. «Esperaba una llamada el día 25, pero no la recibí. Llamé los días posteriores, pero nadie me cogió el teléfono. Hasta el día 29 que llamo y me coge Rocío. Le pregunto por el enano y me dice que está ingresado en el hospital», rememoraba. El pequeño tenía un principio de neumonía. Su madre se va a verlo y al llegar al centro se encuentra algo que no esperaba. «Veo a un niño tumbado en la cama y a una tía igual que yo metida con él. Era Olga. Cuando nos vio se levantó de un salto y empezó a darnos besos. Y mi niño decía: ¿Ves, Olga, como mi madre sí venía? Que me habíais dicho todos que no iba a venir. Me dieron ganas de estrujarle la cabeza a alguien», explicaba.

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