![«Estoy sola con mi hijo y nos ayudamos»](https://s2.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202003/20/media/cortadas/ines-k06E-U100605891571pOD-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Inés Sainz lleva unos meses complicados. En octubre del año pasado le diagnosticaron un cáncer de mama, del que felizmente está «totalmente recuperada», detalla. Entremedias, la compañía bilbaína para la que la exmiss España 1997 trabajaba como imagen la despidió tras anunciar públicamente su enfermedad.
Por eso, a la dureza del aislamiento impuesto por el coronavirus le ha puesto buena cara, como suele hacer con todas las adversidades que le caen encima. Se ha refugiado en su domicilio madrileño junto a su hijo, Mateo, de 7 años.
«Sigo este tema desde hace meses, cuando surgió en China, y me encerré en casa el día 10», uno antes de la cuarentena decretada en la capital española. Ese día tampoco mandó ya al chaval al colegio. «Por mi trabajo, manejo información adelantada y lo vi venir», argumenta.
Aparte de la lógica «relación de madre e hijo», Inés y Mateo hacen vida al estilo de los clásicos «compañeros de piso», relata. «Sabemos que estamos solos y que nos tenemos que ayudar y colaborar». Como profesional de la industria de la belleza, cuenta que «teletrabaja» desde hace 11 años, así que no le han pillado por sorpresa las restricciones sanitarias. Y a su hijo, «tampoco. Está superacostumbrado a quedarse en casa. Ha crecido conmigo en la oficina».
Estos días tampoco le ha cambiado el carácter al pequeño. «Me vio enferma y lo lleva como lo lleva, pero lo entiende. Así que no le he tenido que explicar setecientas veces lo de este virus».
Tras superar el cáncer, Sainz no siente especial preocupación por ella. «No soy paciente de riesgo. El problema son los enfermos con tratamientos de quimio y las defensas muy bajas. Las mías están fenomenales. Por eso, desde casa, apelo a la responsabilidad. Esto no es una tontería y me parecen unos irresponsables todos esos que salen al parque o a la playa. Este virus va a pasar, pero el cáncer, no. Hay que reforzar la responsabilidad», esgrime.
Inés se sienta a hacer los deberes con su hijo -«tiene una cantidad increíble de asignaturas», subraya-, disfrutan con la última versión de 'Karate Kid' -«Mateo ya replica a la perfección la patada final»-, juegan por casa con balones de gomaespuma sin temor a hacer añicos ningún jarrón y cocinan 'rocas' de chocolate, con hielos y almendras. «Son fáciles de hacer y no manchas», describe.
Relaciones públicas desde hace veinte años, la empresaria bilbaína encuentra en este obligado recogimiento el «contrapunto a tanto hablar con la gente». Madre e hijo se acuestan y levantan prontísimo. A las ocho y media, «o, como muy tarde, a las nueve de la noche», ya están en la cama». Sin los corsés de la vida social, Inés se pasea por casa sin mascarillas, intuye que al final del confinamiento acabará «con veinte centímetros de raíces de canas» e hinca los codos para titularse a finales de julio en Ciencia de Datos. «Sueltos no dicen nada, pero su interpretación es aplicable al mundo de la tecnología y de la empresa. Y esta crisis nos está mandando mensajes poderosos», reflexiona.
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