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R. AGUDÍN / A. COLLADO
OVIEDO.
Lunes, 7 de noviembre 2022, 00:46
Era de esperar. La ilusión que emanaba la siempre sonriente actriz estadounidense Eva Longoria antes de embarcar en el avión privado que la trajo de Lisboa a Asturias ya hacía presagiar que su fin de semana en el Principado, el lugar en el que se sitúan sus orígenes paternos, iba a ser especial y cargado de emociones. Así ha sido. Y de todo ello ha dado muestra en sus redes sociales, haciendo de paso que la belleza del centro de la capital asturiana, en general, y de sus buques insignia, como la 'Sancta Ovetensis' o el Teatro Campoamor, en particular, llegue vía Instagram a sus casi nueve millones de seguidores.
Todos ellos, fans de la estrella hollywoodiense a la que pudieron ver a través de su cuenta de Instagram el sábado comer unes fabes -lo del compangu ya habría sido de nota- en Casa Fermín y, a continuación, ponerse de tiros largos -tan largos como en pocas ocasiones pueden lucir el resto de los mortales, con un impresionante vestido blanco que en contraste con la noche y la catedral iluminada convirtieron Oviedo en el mejor de los escenarios cinematográficos-, para recibir su medalla como dama del Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias. «Un orgullo», dijo entonces, como el que ayer volvió a mostrar en cada gesto, en cada palabra con la que se refirió a «su tierra querida».
Soprendidos se quedaron algunos ovetenses en la mañana de ayer al verla paseando por la calle Pelayo, sacándose fotos frente al Teatro Campoamor o charlando en el hall del Hotel de la Reconquista, donde se alojó estos días con su marido y su hijo. Allí permaneció unas cuantas horas después de su paseo hasta que volvió a salir a la calle para darse un baño de fans, que se hicieron 'selfies' con ella y cosecharon autógrafos, antes de que se metiese en una furgoneta negra rumbo a Casa Conrado & Suárez. Allí, con su familia, volvió a disfrutar de una agradable comida -degustó una carne de buey, especialidad de la casa- en compañía de sus inseparables amigos, los empresarios María Bravo y Alejandro Saez Novales, brindis con Vega-Sicilia de 1991 incluido.
Y así se autoproclamó como la mujer que ya había confesado ser en su anterior visita: una enamorada de Asturias. Hace solo cinco años, conoció el Belmonte de sus antepasados y allí comenzó su idilio con el Principado. Confirmado: el amor es mutuo.
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