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Eugenia Silva: «Me gustan los desnudos»

Eugenia Silva: «Me gustan los desnudos»

La modelo defiende que «se puede ser madre y seguir siendo sexy». Habituada a incendiar las redes, confiesa que su 'operación bikini' «dura todo el año», pero sin privarse de nada

ARANTZA FURUNDARENA

Sábado, 8 de junio 2019, 01:30

Sus desnudos en la cama incendian las redes. Y eso que ella se encarga de que tengan un componente artístico y no dejen nada comprometedor al descubierto. A sus 43 años y con casi tres décadas a sus espaldas como modelo, Eugenia Silva -Eu para sus amigos y seguidores- sigue marcando tendencia. Licenciada en Derecho, perteneciente a una familia de prestigiosos abogados, sobrina por parte materna del político Antonio Hernández Mancha, pareja de un Borbón y madre de dos hijos, Silva ha desarrollado como modelo un estilo personal, entre elegante y bohemio, entre pijo y libertario, que adereza todo lo que toca. Estos días la modelo ha ejercido de embajadora del Bless, un hotel emblemático de Madrid, «de los de toda la vida, que se ha convertido -dice ella- en mi segunda casa».

Porque si alguien sabe de hoteles a nivel internacional es una 'top model'. Y Eugenia Silva, musa de Óscar de la Renta y portada más de 150 veces de las mejores revistas de moda del mundo, es una auténtica experta. «Cuando viajo, busco la cercanía -explica-. Yo a un hotel le pido que se acuerden de mis cosas, de lo que me gusta. No tengo muchas manías, pero sí pido un poco de calidez, esa familiaridad que se va perdiendo». Y lo que detesta son los hoteles diseñados para la fiesta, los 'super party', como ella los llama. «Entras y todo es juerga, musicón… Llegas cansada y no te apetece que te vean las setecientas personas que están ahí. Cuando entro a un hotel y están con el chunda-chunda, yo es que me corto las venas», confiesa entre risas.

A primeros de mayo, inspirada por un amanecer neoyorquino, la modelo subió a su Instagram un desnudo en el que aparecía estratégicamente cubierta por una almohada... Y ardieron las redes. Unas semanas después, volvió a hacerlo. Esta vez de espaldas, semidesnuda entre sábanas, contemplando la ciudad de los rascacielos. «Los desnudos me gustan -reconoce-. Pero no les otorgo un sentido erótico. Quizás el mensaje sea que podemos ser madres y seguir siendo sexys, nada de que me pongo un moño y ya no me arreglo». Ella se vio sexy en esa pose y decidió compartirla en las redes. «Tampoco le doy muchas vueltas. Bueno -se apresura a matizar-, lo único que pienso cuando cuelgo ese tipo de fotos es que, como mi padre me sigue en Instagram, no le va a hacer ninguna gracia. Es por lo único que me preocupo, je, je... Pero sé que no me va a decir nada porque ya está curado de espanto».

Silva viaja tres días de cada mes a Nueva York, ciudad en la que pasó sus mejores años como modelo. La firma de ropa Talbots continúa contando con ella para sus campañas. «Ahora me llevan a la Toscana», dice encantada. Disciplinada genética, Eugenia se levanta a las seis de la mañana en la Gran Manzana, «tenga jet lag o no». Como todas las de su gremio, está acostumbrada a posar en bañador en diciembre y reconoce que su 'operación bikini' «dura todo el año». Pero jura que no se priva de nada. «Anoche, por ejemplo, cené tortilla de patata con mayonesa casera -detalla-, pero no soy nada glotona, mido las cantidades y hago mucho ejercicio, porque eso me da energía». Por culpa de unas «migrañas muy fuertes», a la modelo le acaban de prohibir el gluten. «Y ahora en la merienda tomo magdalenas o bizcocho para celiacos».

«Muy de barrio»

Nada partidaria de las urbanizaciones, Eugenia Silva es propietaria de una finca rural en Puebla del Maestre, en la provincia de Badajoz, y un piso en Madrid junto al Parque del Oeste. «Yo soy muy de barrio», defiende esta antítesis de Belén Esteban. De barrio bueno, se entiende... «Quiero decir que me encanta que haya tiendas, movimiento y que el farmacéutico me conozca». Sus hijos, Alfonso y Jerónimo, tienen cinco y «casi» dos años. «Creo que me voy a plantar con esta pareja de muchachitos que me hacen muy feliz. Me quedaré sin la niña. No sé quién va a heredar mi vestuario -ironiza-. Supongo que mi sobrina, que se llama como yo».

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