«Lo más duro es no poder comer»

Con su medalla ya en la mano, se fue a celebrarlo con los suyos haciendo lo que para muchos es cotidiano, pero para ella es algo extraordinario. «Nos fuimos a comer, ya que nunca puedo hacerlo», revela. Precisamente, esa es para ella la peor parte de esta actividad. «Todos los deportes implican mucho sacrificio, pero este está acompañado de poca alimentación y eso a mí es lo que más cuesta», asegura. «Un ciclista hace muchas horas de deporte, pero cuando llega a casa, come. Entrenar y no poder comer, es lo más duro», añade.

Sara tiene que seguir una dieta muy estricta, que se hace aún más severa cuando se acercan las competiciones. «Durante el año puedes comer un poco de todo, siempre cuidándote, pero en las últimas semanas llegas a un extremo en el que lo pasas mal», afirma.

Ella comenzó esta andadura más bien por casualidad, porque el deporte siempre formó parte de su día a día. «Cuando empecé a ir al gimnasio y veía a las chicas fisioculturistas, me gustaba este físico que tenían», explica. Así que, de aquella, con solo diecisiete años, comenzó a entrenar, aunque tardó en lanzarse a las competiciones. «Llevo catorce años entrenando y seis compitiendo», aclara.

Y le ha cogido el gusto. Dentro de cuatro semanas, le espera otro reto competitivo, esta vez en Portugal, y, aunque tendrá que esforzarse para volver a llevarse el oro, llegará con el orgullo de ser la campeona de España de su categoría. «Iré con las pilas puestas», avanza.