Ni contenta, ni encantada, ni satisfecha... Charlene Wittstock se siente literalmente «fascinada» («thrilled») por tener de nuevo a Alberto de Mónaco y a sus hijos junto a ella. ¿Fascinada porque llegó a pensar que nunca ocurriría? ¿Por el generoso gesto de su marido, dentro del ... supuesto alejamiento que existe entre la pareja? Eso ya queda para los especuladores... Y para los agoreros (entre ellos, una anciana tía de Alberto) que llevan semanas pronosticando el «inminente» divorcio entre el príncipe monegasco y la exnadadora sudafricana. Ahora mismo, el mensaje difundido por Charlene a través de su perfil de Instagram queda claro: el rencuentro familiar, del que muchos recelaban, por fin se ha producido.
Cinco instantáneas lo acreditan. En dos, aparecen los cuatro miembros de la familia. Pero sin el menor contacto físico (ni visual) entre Alberto y Charlene. Rodeados por el exótico entorno natural de Sudáfrica, en una de las fotos el príncipe posa de pie, apoyado en un tronco, mientras Charlene está sentada en el suelo abrazando a su hijo Jacques. Y, en la otra, es Alberto el que sostiene al niño, mientras que Charlene abraza a la niña. En dos fotos más se puede ver a los mellizos Jacques y Gabriella, de seis años, pasándolo en grande subidos a un árbol y, en la quinta, Charlene aparece sentada sobre la hierba mientras se deja abrazar por su pequeño.
Si lo que la exnadadora pretende transmitir es que su relación conyugal va viento en popa, cabría pedirle imágenes más elocuentes, porque lo que es esas cinco podrían perfectamente ser las fotos de una pareja separada y bien avenida compartiendo unos días por el bien de sus hijos... «Estoy fascinada de tener a mi familia de nuevo junto a mí», ha escrito la princesa monegasca. Luego ha explicado a qué se debe el extraño flequillo de su hija, terminado en pico, como el del señor Spock de 'Star Trek'... «Gabriella ha decidido cortarse el pelo ella misma. Lo siento, mi 'Bella' -se justifica Charlene- he intentado arreglarlo lo mejor que he podido». Está claro que la niña ha heredado de su madre la afición a experimentar con su cabello. El extraño corte radical que exhibe ahora mismo la exnadadora tampoco parece tener arreglo...
Separados en su aniversario
Los cinco meses que la mujer de Alberto de Mónaco lleva en Sudáfrica, entregada a la noble causa de la defensa del rinoceronte pero alejada de su marido y de sus hijos, se terminaron convirtiendo en la comidilla del verano y dieron lugar a todo tipo de especulaciones, sobre todo cuando llegó su décimo aniversario de boda y la principesca pareja lo celebró por separado. Charlene intentó apagar los rumores con tiernas imágenes de su enlace y un mensaje a Alberto en el que le agradecía los hijos en común. Su ausencia en palacio la justificó con una dolencia de oídos que supuestamente le impedía volar y que muchos entonces pusieron en duda.
Sin embargo, a mediados de agosto la sudafricana se sometió a una intervención de oídos en su país natal. Alberto rompía entonces tres meses de silencio con un escueto comunicado: «La operación ha salido bien. La princesa Charlene está descansando y nuestros pensamientos están con ella».
No es un secreto que Alberto, de 63 años, y Charlene, de 43, siempre han tenido algo de 'extraña pareja'. Los rumores de divorcio llevan años planeando sobre su relación, y ciertas expresiones de tristeza de la exnadadora, así como su exagerada afición a los retoques estéticos, parecían denotar una insatisfacción crónica...
Soltero de oro de la realeza europea durante décadas, Alberto no solo se casó ya cincuentón, sino que aportó al matrimonio dos hijos ilegítimos, que ya son mayores de edad. Jazmin Grace, actriz y cantante, tiene 29 años. Y Alexandre, hijo de una azafata togolesa de raza negra, acaba de cumplir los 18. Ninguno de ellos entra en la línea sucesoria pero, eso sí, los dos tienen derecho a heredar.
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