Carmen Lomana ha sido la primera invitada en el nuevo programa de Cuatro, 'Duele porque importa', un espacio destinado a compartir experiencias dolorosas que han hecho más fuertes a sus protagonistas. El dolor en todas sus vertientes, interno y externo, es «la causa más frecuente de consulta médica», aseguraba el presentador Joaquín Prat al inicio de la entrevista.
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El dolor es algo intrínseco a la vida, un nexo que atraviesa clases sociales, todas las edades y que puede padecer cualquier persona, independientemente del sexo o procedencia. Carmen Lomana no es una excepción. En esta entrevista, la empresaria se ha abierto, mostrando una faceta que en pocas ocasiones ha hecho pública, y ha desvelado los momentos más oscuros de su vida personal: «Sé lo que es el dolor físico y el dolor del alma».
Entre esos dos, Lomana lo tiene claro: «El dolor físico es tremendo, pero es mucho más remediable (...) porque hay medicación. (...) El dolor de la pérdida es inexplicable. Esa sensación de nunca más voy a estar con esa persona, ni tocar. Cuando la quieres tanto, como yo quería a Guillermo, es horroroso, desolador y no se quita nunca. Te deja una cicatriz». De esta forma hacía referencia a la pérdida de su marido, Guillermo Capdevilla, que falleció de forma repentina en un accidente de tráfico hace 24 años.
El dolor del alma es algo que «que te va dejando también una cicatriz por la ausencia de personas fundamentales en tu vida». La socialité nota como su dolor se agudiza en fechas señaladas, como la Navidad: «Veo que se reúnen mis amigos, mi familia, mi hermana con sus hijos, y digo: '¿Y yo? Yo no tengo nada».
En muchas ocasiones ese dolor psicológico provoca reacciones físicas. En ese sentido Lomana ha confesado que ha sufrido herpes zóster, una infección viral que provoca sarpullidos y un terrible cansancio: «Lo tuve en un momento dado, creo que por una ansiedad terrible cuando Guillermo tuvo el accidente. Quizá tuve una bajada de defensas», confesó.
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Lo cierto es que cualquier persona que haya padecido varicela puede desarrollar este virus ya que se encuentra presente, aunque inactivo, en el organismo tras la enfermedad. Tal y como explica la colaboradora, «el herpes zóster en realidad está ahí en las raíces nerviosas si has tenido la varicela. Y en un momento dado sale, pero no sabes lo que es hasta que te miras y tienes un sarpullido y un agotamiento que no podría explicar».
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«De repente un día dices 'estoy completamente agotada, no tengo energía ni fuerza'. Y empieza luego a picarte y a dolerte como si tuvieras un perro mordiéndote que no te suelta. A mí me cogió todas las raíces nerviosas de la columna, de la espalda», relató Carmen Lomana.
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A la pregunta sobre si esta dolencia condiciona su día a día, Lomana responde: «Procuro que no, pero el día que tengo el brote de herpes voy a trabajar y hago todo normal, pero evito salir de noche. Me tengo que acostar porque me entra un agotamiento horroroso». Sin embargo, hay días en los que se le hace «complicadísimo» mantener el ritmo de su rutina.
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