Adela Briansó, a la derecha, en el colegio de UWC en Nuevo México.

La asturiana Adela Briansó : «La experiencia te cambia la vida»

A. VILLACORTA

GIJÓN.

Jueves, 11 de febrero 2021, 01:58

Colegios del Mundo Unido (UWC) es un movimiento educativo global que fomenta la diversidad y la convivencia intercultural. Así que pasar por uno de ellos «es una experiencia muy especial que te cambia la vida. Una oportunidad única. Todo el mundo debería ir. Se ... aprende muchísimo y te da muchas oportunidades», cuenta la asturiana Adela Briansó (26 años), que, hace una década, tras empezar sus estudios en el ovetense IES Fleming, tuvo la oportunidad de cursar el Bachillerato Internacional en el centro que UWC tiene en Nuevo México (EE UU) y lo hizo becada, porque, «evidentemente, no disponía de 70.000 euros, aunque no son centros nada elitistas»: «Dicho en plata, había gente que no tenía un duro».

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Allí Briansó -que reside en Suecia aunque temporalmente está en Noreña, donde vive su familia, tras cursar Antropología y Políticas en Edimburgo y hacer un máster en Copenhague, «todo de beca en beca»-, descubrió «una formación que nada tiene que ver con la que se cursa en España», con «solo seis materias y dos idiomas mínimo»: «La idea es que estudias menos asignaturas, pero te centras mucho más en cada tema, además de que fomentan mucho el pensamiento crítico y hacen conexiones entre ellas».

También en el internado toda la organización está pensada para garantizar la convivencia entre distintas nacionalidades, confesiones y procedencias: «En cada habitación, con toque de queda y una tutora que vive con su familia al fondo del pasillo o en el piso de abajo, hay de dos a tres personas y se cuida mucho de que sean de distintos continentes, que hablen distintas lenguas...». Todo un máster en relaciones internacionales donde Leonor hará grandes amigos, porque compartirá con ellos incluso comidas en casa de sus profesores («la relación con ellos también es muy diferente a la que se tiene en España»), acampadas, novatadas y mucha diversión. «Hay normas, sí, pero se pueden hacer trastadas. Imagínate poner a 300 adolescentes juntos. Es una locura. Y, al final de los dos años, tu familia suele asistir a la graduación».

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