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Emilio Serrano, entre dos de los alambiques de su destilería riosellana, Los Serranos. FOTOS: XUAN CUETO
«Los alambiques fueron mis maestros»

«Los alambiques fueron mis maestros»

El empresario riosellano tiene en su tradición, su familia, su amor por Asturias y la escritura las cuatro patas de la mesa de sus pasiones

MIGUEL ROJO

Lunes, 13 de enero 2020, 03:46

Es amable en el trato, cauto, cuidadoso a la hora de elegir sus palabras. Emilio Serrano (San Martín de Collera, 1933) es enseña del empresariado asturiano: su familia de destiladores levantó marcas como Anís de la Asturiana, Tico-Tico y Los Serranos, que desde su fábrica riosellana sigue comercializando licores por toda España. Impulsor del turismo en Asturias, es uno de los que dio el visto bueno al eslogan de 'Asturias, Paraíso Natural'.

-Hace ahora diez años que conversábamos porque recibía el título de Hijo Predilecto de Ribadesella. ¿Qué recuerda de aquellos días?

-Sí, parece que fue ayer. En aquella entrevista se dejó constancia del amor que siento por Asturias. Desde entonces, mis recuerdos han ido creciendo en felicidad y profunda gratitud por la continua generosidad que Gobierno, ayuntamientos, asociaciones y fundaciones han tenido con mi persona otorgándome otras distinciones. Respecto a Ribadesella, todos mis sentimientos están unidos de corazón a una villa a la que quiero con toda mi alma. Vivir tu pueblo es amarlo, sentirlo y preocuparse por su destino, y así lo haré hasta que Dios me llame.

-Usted fue uno de los fundadores de la primera asociación turística de Asturias, Fomento del Turismo de Ribadesella, Foturi. ¿Nos ha ido bien con el turismo?

-Esta joya que es Asturias, donde la Providencia depositó todas las bellezas posibles, dormía en soledad su sueño sin despertar su encanto. Surge entonces un grupo de jóvenes, entre los que me encontraba -fieles creyentes de su futuro-, y decidimos situarla en el lugar que se merecía. A partir de entonces surge un trabajo intenso. Visitamos toda España y algún lugar de Europa promocionando esta querida tierra. Fuimos pioneros en la feria internacional de Fitur. Se acierta con el eslogan: 'Paraíso Natural'. Se viaja por Asturias fundando oficinas de turismo y fomentando la gastronomía con jornadas, recuperando la tradición de los productos asturianos. Se cuida la publicidad. Fue un largo recorrido de más de medio siglo en el que me dediqué en cuerpo y alma al turismo por Asturias. Pienso que entre todos algo hemos logrado. Pongamos, pues, fe y confianza en el futuro.

-¿Cree que se ha perdido la costumbre de escuchar ?

-Si no del todo, su estado empieza a ser afónico, se escucha poco. Vivimos en un mundo donde los valores, salvo excepciones, andan muy bajos de credibilidad, y entre ellos el diálogo. La palabra empieza a quedarse muda ante las nuevas técnicas. Entiendo que son necesarias, pero no únicas. Es preciso ese comentario compartido que haga presencia física de la palabra, ese entendimiento verbal que refuerza la amistad y el afecto. Hoy es frecuente ver cómo el orador, poseído de su verdad, no acepta opinión alguna. Cuando esto ocurre, lo mejor es irse a ese silencio observador. Lo sé por experiencia. Pueden creerme, lo he comprobado, suele ocurrir que cuando las palabras quedan mudas los silencios hablan.

-Siempre dice que sus grandes pasiones son la familia, la destilación y Asturias. ¿Añadiría también la escritura a la lista?

-Sí, claro, añadiría esa cuarta pata a esa mesa de mis pasiones, donde tantas veces me he sentado a meditar por el progreso de aquello que amo. Hace muchos años que lo llevo haciendo. Mi primer articulo lo publiqué en el 'Diario Región' del amigo y recordado Vázquez Prada, tenía yo 17 años. Desde entonces no he dejado de hacerlo. Para mí, la escritura, prosa o poesía, es esa metáfora donde me gusta sumergirme en busca de ese gozo espiritual, en el logro de esa satisfacción personal de crear, a mi manera, algo que me lleve a una paz buscada y necesaria. En mi juventud, el señor Ojanguren me animó a ello. Si bien siempre tuve en cuenta lo que Sancho dijo al Quijote: «Guárdese bien mi señor en lo que dice y mejor en lo que hace».

-Si solo pudiese recomendarme un libro ¿Qué libro sería?

-Sin duda, uno que lleva más de sesenta años en mi mesita de noche: 'Las Oraciones' de Isócrates. Me lo regaló el maestro de la escuela de mi aldea, don Antonio Martínez. Yo diría que Isócrates ha sido el amigo más fiel que he tenido en mi vida. Sus consejos ordenaron mis pensamientos, que han marcado mi existencia y fueron cimientos sobre los que levanté el edificio de mi diario vivir. Por todo ello le estoy muy agradecido. No me olvido tampoco de esos otros poetas de todas las generaciones que compañeros fueron de amores y desencantos, alegrías y tristezas, en los que siempre busqué ese escondido sentimiento al que no se le puede mentir.

-Como buen jugador de ajedrez, ¿ante qué situación se enrocaría? ¿A qué le tiene miedo?

-Aprendí mucho del ajedrez, es una muy sólida enseñanza, ya que sobre el tablero el jugador genera confianza en sí mismo, domina su impulso y su disciplina y sabe asumir éxitos y fracasos. Hace tiempo que lo dejé, pero su enseñanza sigue viva. Respecto a qué le tengo miedo, le diré que a muy pocas cosas. Nunca he sido un hombre de miedos. La fe es una tapia de seguridad que aísla el miedo y ni aun en mis últimas y complicadas enfermedades lo he sentido.

-Estudió Ciencias Náuticas en Barcelona, pero acabó destilando licores en Ribadesella. ¿Qué le llevó a cambiar el agua del mar por el goteo incesante del alambique ?

-Me llevó a ello la marcha de mi abuelo y mi padre de Anís de la Asturiana para fundar unas nuevas destilerías en Madrid y Ribadesella. Ellos no querían que la tradición se perdiera y me incliné por la decisión familiar. No me arrepiento, la destilación hizo de mí un observador paciente y los alambiques fueron mis profesores y maestros en muchas de mis decisiones a tomar. Sin duda que siento la nostalgia de lo que el mar me hubiera dado. Llegué a la conclusión que tanto en tierra como en mar nunca hay calma del todo. Y en uno y otro lugar la felicidad se encuentra cuando se vive con intensidad el tiempo que se ama. Hoy mar y alambiques son en mi vida fieles compañeros. Por ello agradezco a mi abuelo Julián, mi padre Emilio y mis tíos Juan y Víctor que me integrasen en el campo de la destilación.

-¿Cuál es su primer recuerdo relacionado con destilería?

-De muy niño. Primero en Oviedo, luego en Quintanar de la Orden, en Toledo, con mi padre y mi abuelo. Acudía todos los días a llevarles el desayuno en una cesta que preparaba mi abuela y revolvía por todos los rincones de la fábrica. Anís de la Asturiana sigue en el mismo lugar y hace unos años regresé. Mis recuerdos afloraron de nuevo a aquella época infantil donde empecé a conocer los milagros y misterios que la destilación encierra en esa paciencia que el alambique sabe ofrecer a quien lo maneja de por vida.

-Fue su padre quien regresó a Ribadesella en 1960 con el Anís Tico- Tico. ¿Qué le hizo volver?

-Los orígenes en el oficio de destilador vienen en mi familia desde siglos. En mi aldea existía el Monasterio de San Martín de Tours y uno de mis antepasados maternos, Miguel Llano, corrido el año 1700, ya conocía a través de los monjes los secretos de la destilación del aguardiente de sidra. Años más tarde, mi bisabuelo Bernardo, junto con los Hermanos Blanco, cogió el testigo y desde sus magnificas destilerías de Ribadesella lo dieron a conocer en Europa y América, llegando a tener barcos de su propiedad para su comercialización. Es coincidencia que, por parte paterna, en el año 1895, los hermanos Francisco y Julián Serrano, mi abuelo, fundaran en Oviedo Anís de la Asturiana y posteriormente otra destilería en Quintanar de la Orden en 1916 para atender el mercado central de España. Más tarde, a partir de 1949, se disgrega la familia y aparecen otras marcas: La Asturiana sigue en Quintanar, La Praviana y S3 en Oviedo, Tico-Tico en Madrid y Los Serranos en Ribadesella. Como puede apreciar, ejercer de destiladores fue, es y confío en que seguirá siendo el futuro familiar.

-Después se puso al frente de Los Serranos junto con sus hermanos Julián, Ramón, Javier y José Luis. ¿Qué recuerdos guarda de aquellos primeros años?.

-Fue en el año 1960 cuando sobre los terrenos que en 1880 mi bisabuelo tuvo su destilería se instalaron Los Serranos. Existía ya una larga experiencia y sobre ella se empezaron a destilar, además del anís y el aguardiente de sidra, otros nuevos elaborados de menos graduación que el mercado solicitaba: licores de guindas, hierbas, avellana, melocotón, miel y que hoy siguen siendo actualidad. La familia, ya en la quinta generación, y los herederos que hoy se ocupan, Cristina, Emilio, José Luis y Víctor, siguen el ejemplo de sus antepasados. Mantienen la fe del consejo heredado conservando la tradición, reforzada con la innovación de los nuevos tiempos. Aquellos primeros años fueron muy ilusionantes.

-Con la perspectiva que da el paso del tiempo, ¿se arrepiente de algo que haya hecho o de algo que haya dejado de hacer?

-Pienso que definir el arrepentimiento nos llevaría a una palabra comprometida, íntima, diría que casi espiritual. Para mí es esa confesión interior que gobierna nuestra conciencia para allanar el camino que conduce al perdón. Respecto a lo no hecho, mi fracaso fue abandonar mis estudios de diversos idiomas. Nunca me lo perdonaré.

-Sé que anda con un nuevo libro. ¿Puede adelantarme qué recuerdos está destilando ahora?

-En esta ocasión son dos. Uno ya está terminado. Es una colaboración compartida con la Fundación Valdés-Salas. Tras una muy amplia colaboración con los catedráticos de Economía Joaquín Ocampo y Joaquín Lorences se unieron el catedrático de Organización de empresas Esteban García-Canal y la profesora de Historia Económica de la Universidad de Oviedo Patricia Suárez Cano. Se trabajó intensamente y se reflejaron multitud de datos de empresas españolas y asturianas, con especial atención a la nuestra. El libro lleva por título 'El caso Destilerías Los Serranos'. A primeros de este año saldrá de imprenta el segundo, 'Brisas de mar y silencios', que es un poco cajón de sastre de mis artículos y charlas.

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