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AZAHARA VILLACORTA
Jueves, 8 de junio 2017, 00:13
Lleva un reloj que le regaló su amiga Rocío Jurado y un anillo de brillantes en el meñique que fue de su madre, a la que cuidó durante casi trece años. «Es lo mejor que he hecho en la vida. Ochenta Oscar de Hollywood no valen nada al lado de eso». Y ese es uno de los motivos por los que Pedro Ruiz (Barcelona, 1947), el artista «ácrata» que lo mismo escribe que compone que presenta, ha permanecido alejado de los focos los últimos años. Y luego están «las razones políticas»: «No soy ni catalanista ni españolista, ni del PP ni del PSOE, ni monárquico ni republicano, ni del Barça ni del Madrid, tengo casa allí y en Barcelona... No voto jamás porque no autorizo a nadie a que me mande y la gente que somos así somos muy raros. El sistema quiere tenernos metidos en cajoncitos y yo me salgo de ellos. Y entonces toco los cojoncitos. Llevo trece años sin poder volver a la televisión pública porque me han vetado». Así que por eso ha elegido el teatro, «la actividad artística más libre», para volver. Será con 'Eterno', mañana y pasado, 20.30 horas, en el Jovellanos. Él aconseja ir: «Si no me has visto en el teatro, es como si juzgas a Messi viéndole jugar al parchís».
-¿Lo de 'Eterno' va por usted, al pie del cañón a los 69?
-Es un número fantástico. Un año para vivirlo al revés. Pero el título es porque el show de la humanidad es eterno. Hacemos siempre lo mismo: prometer, incumplir, enamorarse, desenamorarse...
-El día de la marmota...
-Sí. Todo ha ocurrido ya antes. Si ahora viajamos a varios años antes de Cristo y vemos que el telediario dice que se ha descubierto que César Augusto tenía millones en Galilea, ¿de quién estamos hablando? De Pujol. La actualidad no es más que un eructo de la historia.
-Por usted no pasan los años.
-Cumpliré 70 en agosto que equivalen a 22. Todos los días salto del trampolín de mi casa a la piscina y tengo una salud casi insultante. Hace más de 35 años que no me hago un análisis de sangre. Sé que para ser rebelde hay que estar más fuerte que los demás. Yo no he fumado nunca, no me he drogado, no he bebido, no paso una noche en blanco... El tiempo pasa, pero yo no quiero colaborar con él. Y eso que, aunque soy un privilegiado, no volvería a nacer.
-Explíquese.
-No le he encuentro el sentido a la vida. Todo esto sin Optalidones, sin anestesia, sería terrible, porque el final es muy feo. No están tus padres, no están tus amigos... Por eso yo no tengo hijos, porque no les quiero convidar a eso.
-Hablando de amor, usted ha estado con mujeres maravillosas.
-Y creo que las seguiré teniendo, pero, de momento, estoy soltero. Aunque lo importante no es con quién te quieres acostar, sino a dónde quieres volver.
-Lo de la mañana siguiente...
-Es que hay abrazos que significan 'casa'. Y dar con un abrazo así cuesta mucho. Siento la soledad, pero ya sé qué no soportaría y qué no me soportarían. Aparte de que todos nos podemos enamorar de cien mil, lo que pasa es que no tenemos huevos para decir la verdad. La verdad es: «Me gustas tú y tres millones más». Lo de la monogamia es un cuento de las religiones que yo no compro.
-¿Y de ego cómo anda?
-El humano es un chimpancé con un altavoz y la Tierra es un grano en el firmamento. Nos damos todos demasiada importancia.
-¿Eso aplica a los nacionalismos?
-Sin duda. Por eso no acepto etiquetas. A mí esto de «Fulano es bajito, el otro maricón, el otro violinista...» no me va. No reduzcas a la gente al tamaño de tu cabeza. Las etiquetas lo único que hacen es facilitar las cosas a los tontos.
-Tampoco le convence cómo está montado el sistema.
-Es que el planeta está manejado por cuarenta familias. Hay cuarenta que están jugando al golf y, mientras, dicen: «Matad a Kennedy» o «Invadid Irak». Y, justo debajo, están los políticos, que son los pastores que los ricos se buscan para manejar el rebaño y no dar la cara. Y debajo están los que se forran: los Murdoch, Florentino Pérez... Y debajo, nosotros, el rebaño.
-Y defiende que Franco vive.
-No murió. Estalló en cien mil pedazos y hay un trozo de él en muchos de los que están ahora. Para mí la democracia es la dictadura del dinero y hemos pasado de la Transición a la transacción. En negro. Este país está podrido de arriba abajo.
-¿Esto lo sabe Pablo Iglesias?
-Finge que no está en esta historia cuando le conviene, pero sabe que el sistema no es cambiable porque los que manejan el planeta lo llevan heredando hace siglos. Son los dueños del zinc, de los cereales, del coltán... El sistema es el que es y cada uno desempeña su papel. Creo que un Rey también es un prisionero de lujo. No me cambio ni atado.
-¿Lo veremos en la tele otra vez?
-Tengo que volver, les guste o no. Hace quince años presenté 'Pandilla de mamones', anunciando lo que iba a venir. Por eso he sido castigado. Porque ahora lo dice todo el mundo, pero antes el negocio era callar. Y en las teles públicas se practica el 3%. Los que no reparten con el partido gobernante raramente aparecen. Y, sobre todo, funciona lo de «este es cómodo y este no». Por eso casi no hay programas en directo en 'prime time'.
-Tuvo problemas con Hacienda...
-Cambiaron todos los números para desprestigiarme. Hace cuatro años, en una firma de libros en Barcelona, vinieron dos señoras de más de 70 años y me lo confesaron: «Somos las funcionarias a las que encargaron cambiar todos los datos para ir contra usted».
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