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elcomercio.es
Jueves, 9 de marzo 2017, 21:32
La actriz Úrsula Corberó no ha tenido reparos en contar públicamente uno de los aspectos más íntimos de su familia. Lo hizo este miércoles, con motivo del Día Internacional de la Mujer y con el objetivo de hacer un homenaje a su madre Esther y a su hermana mayor. « Soy quien soy y he llegado donde estoy gracias a la garra que he heredado de ellas. Unas jefazas que han podido con todo y más», ha proclamado a través de las redes sociales.
La actriz tuvo palabras especialmente cariñosas hacia su progenitora. «Mi madre se quedó embarazada de mi hermana con 17 años. Cuando le empezó a asomar la barriguita pasó a ser la peste del barrio, se quedó sin amigas y aún siendo una estudiante brillante la echaron del colegio porque era un mal ejemplo para las demás niñas», explica.
Sin embargo, tal y como comenta Úrsula, este hecho no impidió que su madre se supiese ver el lado positivo de las cosas: «Los sábados por la tarde se iba a la discoteca sola y se subía al podium a bailar sin parar con su bombo, a las dos horas se volvía para casa». Ya cuando sus dos hijas habían nacido, Esther tuvo que trabajar duro para sacarlas adelante. «Ha trabajado de corsetera, de floristera, de pescadera, ha limpiado casas, ha sido auxiliar de clínica dental, ha vendido colchones...Y cuando le dije con 6 años que quería ser actriz le suplicaba a su jefe que le diera la tarde libre y le decía que se lo descontara del sueldo para llevarme a los castings», comenta.
Pero no todo fueron penurias para las mujeres más importantes de su vida. «Vivíamos a 62km de Barcelona y mi madre no tenía coche ni carné, hacíamos autoestop en el pueblo para que nos llevaran al pueblo de al lado y allí cogíamos un tren que nos dejaba en Barcelona. Después metro. Las colas de los castings de publicidaderan infernales y durante un año no me cogieron para ningún anuncio, pero quien la sigue la consigue», cuenta orgullosa.
También quiso recordar Úrsula que su hermana ha sido una luchadora. «Tampoco se queda corta. Ha trabajado sin parar toda su vida, pasando por momentos muy críticos con un hijo al que alimentar, desesperada por conseguir un empleo reunió dinero de donde pudo y se formó para ser tanatopractora, pero resulta que ahí las mujeres no estaban bien vistas y le ponían pegas para todo. Nunca le dieron trabajo aunque terminó sus prácticas con notas sobresalientes», relata.
Por último, Úrsula reivindica el papel de las mujeres. «N se merecen un día, se merecen una vida digna con igualdad».
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